Cuando la Juventus ganó su última Coppa aún campaban por el césped tipos como Ravanelli o Porrini, autores de los goles de aquella final, y un tal Gianluca Vialli, quien fue el encargado de alzar el trofeo al cielo del Tardini por encima de su reverenda calva días después de haber perdido la Copa de la UEFA ante el mismo rival, el Parma del milagro lácteo.
Los de Turín no sólo buscan ahora un nuevo título y una nueva egregia insignia que parchear y añadir en la maglia del año próximo, sino romper con una maldición que dura dos décadas y hacer con ella un bonito lazo decorativo que colocar encima de una temporada triunfal y de ensueño que respira impaciente y esboza una permanente sonrisa nerviosa a expensas de hacer saltar la banca y el confeti de la gloria máxima el próximo 6 de junio en Berlín.
Enfrente, la Lazio de Pioli, el mejor equipo de Italia durante la presente campaña, sólo por detrás de la Vecchia Signora. Estética y estadística así lo demuestran. Los capitalinos tienen la tenue ventaja de jugar en un escenario del que conocen cada centímetro, de hacerlo a partido único y de ser una squadra de moderna tradición copera, ya que se han colocado la Coccarda tricolore en el pecho en cinco ocasiones desde mediados de los 90, más que ningún otro equipo desde entonces.
En contra de los biancocelesti juega la necesidad imperiosa de cerrar el acceso a la Champions League en el campeonato liguero, con un derbi apasionante y crucial en el horizonte más cercano y un duelo que puede ser decisivo en Nápoles en la última jornada. Además de ello, la propuesta de buen juego de la Lazio ha claudicado con rotundidad en los dos enfrentamientos de Serie A ante la Juventus con un balance de cinco goles a cero a favor de los bianconeri y con una sensación latente de impotencia y de falta de adaptación y recursos para poder plantar cara que se pudo percibir en ambos choques.
Para los romanos, el equipo que despojó en 2004 a la Juventus de la última Coppa de la que disputaron la final gracias a un Stefano Fiore estelar, ganar significa volver a sentarse a la mesa de los grandes y refrendar con un título dorado, brillante y palpable en las vitrinas, una temporada que bien merece una distinción como esta, con forma de trofeo.
Para los piamonteses, conseguirla significa sumar su décimo trofeo, colocarse también en solitario en la cima del palmarés copero, demostrar una vez más su implacabilidad y sus ganas insaciables de seguir ganando y mandar un aviso a través de un golpe de autoridad a una Lazio cuya evolución y proyecto la colocan como posible aspirante al impoluto trono de los Scudetti juventinos de cara a la temporada 2015/2016. Un “estáis muy lejos todavía” directo y a la cara.
Pogba, Candreva, Tévez, Felipe Anderson, Pirlo, Biglia, Vidal, Cataldi, Bonucci, De Vrij, Morata, Klose, Allegri, Pioli… Propuesta, valentía, experiencia, juventud, talento, calidad. Es más que posible que no se pueda ver a día de hoy un partido de mayor nivel futbolístico dentro de las fronteras del país transalpino y, para mayor aliciente, con un título en juego que ambos conjuntos anhelan por diferentes motivos pero con igual hambre y entusiasmo. Tanto Juventus como Lazio se han encargado de que esta Coppa de formato caduco y poco atractivo no sea un título menor y eso ya es merecedor de brindis. Por el Calcio. Chin, chin.