La grandísima temporada de Christopher Nkunku, la remontada en Bundesliga con Domenico Tedesco, buena adaptación de Josko Gvardiol y Simakan… Hay muchos factores con los que poder explicar la consecución del primer título profesional en la historia del RB Leipzig, el de la DFB Pokal. Sin embargo, este artículo hablará de algo que ellos no pueden controlar y lo llevan cargando en la mochila desde su nacimiento. Porque este primer título no se lo ganaron solo al SC Freiburg, sino a toda Alemania. Bueno, no a toda. En este asunto, el único apoyo que tienen es el del Hoffenheim, otro club que despierta las mismas pasiones. Eso sí, en negativo.
La victoria del RB Leipzig se produjo ante todos esos que llevan el cartel de ‘Odio eterno al fútbol moderno’ porque para ellos ni siquiera estorbas, sino que directamente deberías desaparecer de la faz de la tierra. Y eso lo comprobé en las redes sociales, viendo como cuentas satélite ‘no oficiales’ dedicadas a algún club, en territorio hispanohablante, no se cortaban un pelo al decir que no reconocían al actual campeón porque, para ellos, debería desaparecer. Y les entiendo. El fútbol alemán se mantiene tan bien como está gracias a su forma de ser, gracias a la idiosincrasia de sus clubes. Normas como la del ’50 + 1′ existen para salvar al fútbol de allí de caer en las garras de especuladores. Y, aun así, hay clubes a los que se le permite saltársela. Sin embargo, ese permiso no es para todos igual. Hopp y Mateschitz son los grandes puntos de una diana en la que se encuentran solos. A uno le achacan estar en la élite gracias a la inyección económica de un dueño con el sueño de ver a un equipo de su entorno entre los grandes, rescatándolo del ostracismo más absoluto en el fútbol regional del país. Al otro… Bueno, el actual campeón copero merece capítulo aparte en esta mención, pero no es el momento.
Ante ese panorama, con el contrapeso tan grande que llevan encima desde que nacieron, supieron reponerse ante ‘el equipo de todos’, el SC Freiburg de Christian Streich. Ese apodo no era por su gran momento, que también, sino que era la manera de decir ‘Vamos con unos porque a los otros no les deseamos ni los buenos días’. Tedesco y compañía jugaron su tercera final en cuatro años ante la revelación de la temporada en Alemania. Entre eso y el odio eterno al fútbol moderno, la lucha del RB Leipzig en la final pasó a ser algo de orgullo. Tuvieron que remontar y, finalmente, ganar en la tanda de penaltis.
Soy consciente de que puede que mucha de esta gente no sepa (y no lo digo en modo buerlesco) que Leverkusen y Leipzig, dos de ese grupo de clubes alemanes que no son de sus socios, hayan ayudado a Bayern y Borussia Dortmund a la hora de crear un fondo de ayuda económica para paliar los efectos de los estadios vacíos durante esos meses. Ese es un detalle sin importancia. Un detalle que, en estos casos, quizás no sea argumento para defender su existencia. Pero así fue. La empresa de bebidas energéticas se introdujo en Alemania, en un segundo intento, por la vía de Leipzig. Por dos razones: esa ciudad quería volver a sentir lo que era la élite y, además, Mateschitz llegó ahí, precisamente, por recomendación de Franz Beckenbauer. Ante estos avales, la empresa vio la oportunidad perfecta y entró. Que tuvo que empezar en una quinta división, ojo. Que no lo hizo en la élite. Luego ya, la competición dictó su futuro. No está de más recordar que algunos de los jugadores importantes de la plantilla llegaron estando en Segunda o en Tercera División. Que se hicieron grandes yendo de la mano del club. O que hay otros que llegan muy jóvenes y luego se revalorizan. Eso es normal. Ese crecimiento lo da la competición.
Aún a riesgo de meterme en berenjenales, me gustaría poner algún ejemplo, aunque no sea exactamente el mismo caso. Hay quien celebra la llegada del Real Madrid al fútbol femenino como la salvación de éste. El equipo nació como FC Tacón (supuestamente, en su día, con la idea de facilitar el acceso al Real Madrid a la élite del fútbol femenino) y, hace muy poco, el Tacón desapareció para darle su plaza al equipo de la capital (ya existía un Madríd CF en la máxima categoría). Obviamente, con el poderío económico del Real Madrid, el equipo no tardó en estar entre las primeras clasificadas y jugar la Champions. ¿Por qué pongo este ejemplo? El Borussia Dortmund femenino nació desde cero y en una octava división. Son dos maneras muy distintas de utilizar su influencia. El RB Leipzig, siendo una mezcla de los dos anteriores (empezó desde abajo y con una economía ideal para poder crecer) simplemente, buscó el mejor lugar donde desarrollar un proyecto ganador y, poco a poco, dar un paso más.
Yo no voy a intentar convencer a nadie de si la entrada de Red Bull en el fútbol es negativa o no. Ahí cada uno que opine lo que quiera. Lo que sí puedo decir es que se es muy injusto con ellos, al menos en lo que respecta a Leipzig. Y sí, el fútbol ya existía en la ciudad hace muchos años. Lokomotive, Chemie y otros ganaron, incluso, algún título. Pero esa ciudad hace muchísimo tiempo que no disfrutaba de la élite, entendida tal y como se conoce ahora al fútbol profesional. Y es normal que haya nostalgia. Igual que la ha habido con clubes como el Salamanca y compañía. También es verdad que, en muchas ocasiones, se les pretende poner a la altura de los proyectos megalómanos de Mánchester, París o Chelsea. Y ahí está el error. Estos tres llegaron a esa situación haciendo más fuerte la casa desde el tejado. En el caso de Leipzig, la inversión fue al revés. Invertir en la raíz para luego hacer crecer el árbol. Algo normal, habiendo nacido ‘ayer’, como quien dice.
En resumidas cuentas, al club le llegó el vértigo de las otras ocasiones, de morir en la orilla. En esta ocasión la moneda cayó y salió cara. En las ocasiones anteriores había salido cruz. Ahora toca seguir luchando contra todo y contra todos. Será imposible dejar de sentirse incómodo, de visitar estadios y leer pancartas en su contra o escuchar cánticos que les critiquen. Ser un extraño en un mundo en el que no le quieres hacer daño a nadie, solamente competir.
Imagen de cabecera: RB Leipzig
Puerto de la Cruz (Tenerife), 1983. Bloguero en fase de evolución. Amante del fútbol global, blanquiazul de corazón y rossonero por aficción a este señor deporte. Conocido en el mundillo como "Humilde Aficionado". El balón, nuestro mejor amigo.
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