Claudia Pina tiene una manía: marcar golazos. Y otra más: hacerlo en Champions. La futbolista del Barça es la máxima goleadora del torneo. Cinco tantos en fase de grupos y un doblete ante el Wolfsburgo; siete en total. Siete también son los años consecutivos en los que el conjunto azulgrana no falla a la cita de las semifinales. Un paseo más en la alfombra roja del torneo continental. Suena fácil, parece sencillo. No lo es.
El apetito de este equipo es infinito; nunca se sacia. Desde que la apuesta por el femenino empezó a ser un hecho y se evidenció en un salto de calidad, títulos y premios, este conjunto no ha pisado el freno. Quiere más, y no cede. Aquellas situaciones de vulnerabilidad ocasional son un simple recordatorio de que son humanas, algo que, casi sin quererlo, olvidamos. Piloto automático.
Este equipo logró terminar con una hegemonía que parecía no tener fin, cortando el grifo del que llevaba bebiendo durante años el Olympique de Lyon con cinco Champions seguidas en el bolsillo, embriagado de éxito. Ayer sumó el asombroso global de 10-2 para dejar al Wolfsburgo fuera de la competición. Cabe recordar que el club alemán presume de dos trofeos en la vitrina y que asistió a cuatro finales más que no pudo vencer.
El Barça no falló a su convicción. No se relajó ante la ventaja y salió a ganar. Un verbo del que se sabe todas las conjugaciones posibles. Quiere estar en Lisboa, defender su trono para seguir reinando en Europa y alzar la tercera consecutiva.
La ambición de Pina, que regresó de lesión hace escasos días, saltó al césped junto a ella. Olió los espacios y la vulnerabilidad de su rival. Leyó Alexia Putellas el pase perfecto para que la nueve del Barça pudiera exhibir su olfato y ver portería. Quince minutos más tarde lanzó una falta perfecta e impoluta.
Con su evolución y constancia, la atacante ha impregnado al equipo de su intuición, visión y capacidad para generar en los últimos metros. Mirada asesina, sonrisa engañosa. La de Montcada i Reixac es como una tormenta de verano, intensa, refrescante e inevitable, que no avisa ni necesita demasiado tiempo para soltar su abundancia. Viento, trueno, granizo. Cala hasta los huesos.