Sin pausa pero sin prisa. El Barça se clasificó para los octavos de final de la Liga de Campeones sin apretar el pie del acelerador: no le hizo falta pese al complicado inicio. Sumó 14 puntos de 18 posibles sin exprimir a sus estrellas. Básicamente, porque llegó a la última jornada sin jugarse nada.
El Barça fue irregular: comenzó con un buen partido en Roma en el que el resultado dejó un sabor amargo entre los culés, remontó al Leverkusen en casa en una de las primeras gran actuación de Roberto, liquidó la clasificación frente al Bate Borisov, aniquiló a la Roma en el Camp Nou, aun con la resaca del clásico en el cuerpo, y sacó un empate milagroso, a merced de Marc André Ter Stegen, en Alemania frente a un Bayer que se jugaba el pase. 6 partidos, en general, llenos de alternativas, que si algo han demostrado es que cuando el Barça quiere es un rival muy complicado de batir. Y si no que se lo pregunten a la Roma, que entre los dos encuentros se llevó un 7-2.
Luis Enrique, por su parte, aprovechó la fácil clasificación para dar descanso a jugadores importantes en la última jornada; anteriormente, futbolistas como Iniesta o Messi ya se habían perdido algún partido por lesión. En este sentido, salvo Ter Stegen y Rakitic, ninguno de los otros 9 jugadores de campo que fueron titulares en la final de la Liga de Campeones en Berlín completó los 6 partidos.
A nivel deportivo destacó por enésima vez la ‘MSN’: 10 (Suárez x5, Messi x3 y Neymar x2) de los 15 goles fueron suyos y la combinación entre ellos que culminó con el 2-0 frente a la Roma quedará como uno de los mejores goles de la Liguilla. Por otro lado, Ter Stegen fue claramente a mejor y su exhibición en Alemania lo ratificó. En líneas generales, el equipo rindió bien.
Una primera fase que, por otro lado, evidentemente, también ha venido marcada por el caso de las estelades. Un caso en que la UEFA ha vuelto a quedar retratada al sancionar al Barça con un coste superior a lo que cuesta, por ejemplo, tirar una bengala (exactamente, el doble: 40.000 por 20.000 euros). Por otro lado, el Barça como institución poco puede hacer: debe apoyar a sus socios y, por tanto, resignarse a acatar la sanción hasta que un tribunal no diga lo contrario. En este sentido, poco ayuda que organizaciones como la ANC u Òmnium Cultural ofrezcan banderas en los aledaños del estadio. Es evidente que hay intereses detrás, que desde ciertos sectores se busca aprovecharse del Barça.
La primera fase, en general, fue más que positiva: clasificación fácil, muchas rotaciones y oportunidades para los más jóvenes. Por si esto fuera poco, para la fase final Luis Enrique podrá contar ya con Aleix Vidal y Arda Turan que aportarán frescura y alternativas al ataque azulgrana. Por tanto, a expensas de conocer cómo terminará el caso de las estelades, las sensaciones son difícilmente mejorables.
El Barça tiene como reto ganar la Liga de Campeones por segundo año consecutivo, cosa que nunca nadie lo ha logrado antes. Como defensor del título no dará fácilmente su brazo a torcer, aunque es consciente de la dificultad que el reto acarrea. Hasta el momento de la verdad, pero, aún queda y le aguarda un complejo calendario liguero y copero.