La popularidad de la NBA y la presencia cada vez más numerosa de jugadores españoles en esta liga profesional han propiciado que los anglicismos sean hoy moneda de cambio muy habitual en el lenguaje del baloncesto que comparten jugadores, entrenadores, árbitros, así como periodistas deportivos y aficionados. En muchas ocasiones, esta importación más o menos inevitable ha ido claramente en detrimento de términos y frases equivalentes en español, que o han caído en cierto desuso o simplemente se utilizan con menor asiduidad.
Si bien la adopción de palabras extranjeras en el lenguaje periodístico está justificada cuando en nuestro idioma se no se ha alcanzado para hallar una equivalencia convincente que defina con exactitud una nueva realidad o concepto, no es menos cierto que a veces el periodismo suele incurrir en excesos al olvidarse de soluciones con las que sí cuenta el español para explicar cuestiones relativas al desarrollo del reglamento y a situaciones del juego.
No es más especializado el periodismo por el hecho de usar voces foráneas que se ponen de moda y forman parte de la jerga de los protagonistas de un deporte, sino más bien por la capacidad del redactor, a partir de sus competencias lingüísticas, para saber elegir entre las opciones que el idioma ofrece, entre la explicación o la traducción de esas voces para garantizar que el mensaje será comprendido sin dificultad por el público.
Por ello a veces el empleo sin más de calcos provenientes de otras lenguas comporta dos riesgos: por un lado, que el destinatario de la información no lo entienda bien, sobre todo si se trata de una expresión que ha sido acuñada recientemente o no está lo suficientemente asentada en el habla cotidiana; y, por otra parte, que el propio periodista no lo emplee adecuadamente y proyecte un uso equivocado, ya sea por desconocer su significado ya sea por obviar que el idioma ofrece otras posibilidades.
Una de las expresiones del baloncesto que más se escuchan estos días en las narraciones de los partidos del Eurobasket y que más confusión genera es bonus. Este anglicismo significa bonificación, alternativa en español que apenas utiliza el periodismo cuando podría hacerlo alternando su uso para no resultar repetitivo en las crónicas, y que, por tanto, es el término preferido para designar la situación del juego en la que un equipo recibe en un mismo cuarto cuatro faltas personales y, a partir de la quinta que le haga el rival se le concederán tiros libres. Por tanto, si es una bonificación (‘acción y efecto de bonificar’, ‘premio que consigue un deportista al realizar una prueba’, según el DRAE), el que entra en bonus o alcanza el bonus es el que recibe las faltas, no el infractor. Y, curiosamente, suele usarse al revés.
Es más que recomendable conocer la gestación y el uso de esas palabras en el mismo idioma donde se toman prestadas, con el fin de cerciorarnos de que se dice lo que realmente se quiere decir y no lo contrario. Así, en inglés se manejan dos expresiones, se hace una clara distinción según sea el punto de vista del infractor (penalty situation) o del que se beneficia (bonus situation). Además, en la NBA los cronistas suelen decir o escribir fouls to give, es decir, dejan claro cuántas faltas puede hacer aún un equipo sin conceder tiros libres al rival. Encontrar en español una traducción para esta expresión sería una alternativa eficaz y precisa para deshacer la ambigüedad.