Irrumpió en el mundo del atletismo cuando pocos lo esperaban, marcó récords aún hoy impensables y dominó las pistas durante una década con simpatía contagiosa. En los Mundiales que mañana comienzan en Londres, Usain Bolt, el hombre más veloz del planeta, dice adiós.
Y lo hace rodeado de una expectación enorme, en un clima de prematura añoranza. Nadie quiere perderse la última actuación del atleta más rápido de la historia, del hombre que, con su carisma y su excelso talento, recuperó para el atletismo un lugar destacado en las agendas deportivas.
Durante el último decenio, cada cita con el astro jamaicano ha sido sinónimo de espectáculo. Por sus marcas: 9,58 segundos en los 100 metros y 19,19 en los 200, récords mundiales vigentes. Por sus conquistas: ocho oros olímpicos y 11 oros mundiales. Por cómo las alcanzó: empequeñeciendo a sus rivales. Y por cómo las celebró: el gesto del arquero que precede a la danza siempre compartida con el público.
No se espera menos ahora, aunque el «Rayo» tenga ya 30 años en sus piernas y todos los éxitos posibles a sus espaldas.
Bolt quiere despedirse por todo lo alto. Saltar el sábado a la pista del Estadio Olímpico y, en la noche londinense, como en agosto de 2012, conquistar con autoridad una nueva final del hectómetro.
Así lo lleva haciendo desde que, en 2008, en los Juegos de Pekín, logró sus dos primeros oros olímpicos, en los 100 y 200 metros, con dos plusmarcas mundiales que más tarde batiría él mismo.
Desde entonces, ningún rival ha sido capaz de superarlo en una gran cita. Ni el estadounidense Justin Gatlin ni sus compatriotas Yohan Blake, Asafa Powell y Nesta Carter.
Todos, también el estadounidense Tyson Gay, que lo derrotó en los 200m del Mundial de Osaka 2007, fueron opacados por la insultante superioridad de Bolt.
Las escasas derrotas del hombre más rápido del mundo se ciñen a carreras ‘menores’ (trials, Diamond League, Golden League, Super Grand Prix), antes o después de competencias mayores.
Y además, siempre fueron ante rivales que, en algún momento, dieron positivo por dopaje: Gay, Gatlin, Powell, Blake.
En la última década, Bolt es el único velocista que puede presumir de haber alcanzado sus fabulosos logros limpio de sospecha.
Suyas son las únicas nueve mejores marcas en la historia del hectómetro logradas por un atleta que nunca dio positivo. Las 24 restantes las registraron velocistas dopados.
«No es divertido que pase eso», señaló Bolt el pasado lunes, en su primera rueda de prensa en Londres.
«Pero yo sólo creo en el camino del trabajo duro. Y los controles funcionan cada vez mejor, con lo que al que hace trampas se le agarra siempre», añadió el atleta que más patrocinadores se disputaron y el que más ganancias acumuló en un deporte con el que pocos se hacen ricos.
Fue así, con trabajo duro, como Bolt se sobrepuso a la escoliosis que desviaba su columna vertebral. Y a su pierna derecha más corta. Y a los rigores de los 100 metros, una distancia a la que no llegó hasta los 22 años.
«Con el 100 no empecé hasta 2008. No sabía que podría ser tan bueno también, pero a los dos meses de practicarlos batí el récord del mundo», rememoró el jamaicano, como muestra de sus fantásticas dotes.
«Y lo que me convenció de verdad para verme como un corredor de 100 metros es que son menos cansados que los 200, y por eso este año de mi despedida no he corrido carreras de 200», añadió el atleta que conquistó a todos con su imborrable sonrisa y su sentido del humor.
Tampoco lo hará en los Mundiales de Londres, donde sí disputará el 4×100, que tendrá lugar el sábado 12.
Tras los tres oros olímpicos de Río 2016, el cansancio que supone estar tantos años en la primera línea, luchando por marcar los mejores registros, y las lesiones han hecho mella en Bolt.
En lo que va de 2017, el astro jamaicano corrió sólo tres carreras de 100 metros y, aunque las ganó todas, sólo en una, en Mónaco en julio, bajó de los 9,95.
Bolt, de hecho, se presentará en las series de mañana con la séptima mejor marca del año de todos los participantes. Nadie, sin embargo, piensa que el ganador del sábado pueda ser otro que el genial plusmarquista mundial. Él, por supuesto, tampoco.
«Al día siguiente de mi última victoria individual leeré en los periódicos ‘Bolt, imparable; Bolt, imbatible'», anticipó Bolt el lunes con esa honesta superioridad que nunca fue tomada como soberbia.
Como señaló días atrás Sebastian Coe, el mito británico que hoy preside el máximo órgano rector del atletismo (IAAF), probablemente sólo la leyenda del boxeo Muhammed Ali tuvo un impacto tan grande en su deporte como el de Bolt en el suyo.
La estrella jamaicana se retira este fin de semana bien consciente de ello y pensando en brillar, en breve, cantando y bailando hip-hop.
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