Para comenzar este artículo es necesario realizar un pequeño ejercicio de empatía. Pongámonos en la piel de un gladiador romano, para imaginarnos las sensaciones que debían experimentar antes de saltar a la arena del Coliseo. En Gladiator, oscarizado film dirigido por Ridley Scott y protagonizado por Russel Crowe, tenemos algunas secuencias que nos ayudan a meternos en el papel de estos personajes. Túneles oscuros, donde luchadores armados con espadas, hachas y todo tipo de armas mortales esperan su cita con el destino. A pocos metros, el griterío del público es ensordecedor, reclamando acción y sangre a partes iguales, exigiendo a aquellos que vayan a saltar al ruedo que maten o mueran en favor del espectáculo.
Aquella debía ser sin duda una situación límite, un escenario en el que el instinto de supervivencia tenía que hacer acto de presencia para poder regresar vivo. Y padeciendo una presión insoportable, siendo en todo momento conscientes de que cualquier error cometido durante la lucha desembocaría en el más cruel de los castigos. Pero no había vuelta atrás. Era matar o morir. Hacer las cosas bien significaba acabar con el rival, mientras que una puesta en escena desacertada suponía cavar tu propia tumba.
Regresando a la actualidad, las jornadas finales de ciertas competiciones nos brindan situaciones trágicas que en algo se asemejan a lo vivido siglos atrás en el Coliseo de la antigua Roma. Afortunadamente no hay sangre de por medio, ni temor real al dolor o a la muerte, pero sí la sensación de jugártelo todo a una única carta, y de que no “matar” deportivamente a tu rival puede dejarte entre la espada y la pared. Así sucede en los coletazos finales de la Primera Iberdrola 2020/2021. A dos jornadas del final el campeón, los puestos Champions y el descenso de tres equipos han quedado dilucidados, con lo que todos los focos se sitúan sobre los dos conjuntos que batallarán por no ocupar la decimoquinta plaza de la tabla, la última que supone abocarte a la pérdida de categoría.
Uno de ellos, el mejor situado a día de hoy para conquistar definitivamente la salvación, es el Real Betis. Tiene un colchón de cinco puntos sobre su rival directo, el Deportivo Abanca, cifras que con solo seis unidades por disputarse parecen suficientes para lograr su objetivo. Solo hay un inconveniente, y es que el siguiente equipo en visitar el Felipe del Valle es el conjunto gallego. El cuadro dirigido por Juan Carlos Amorós tiene la oportunidad de conseguir aquello por lo que ha peleado con uñas y dientes durante los últimos meses: la permanencia. Una victoria, o incluso el empate, le sirven al Betis para celebrar ante su público que la pesadilla en la que se ha convertido la temporada ha acabado, pero una derrota convierte la última jornada de campeonato en un escenario nada deseado para los intereses verdiblancos.
En los últimos 90 minutos de esta Primera Iberdrola el conjunto bético debe visitar uno de los estadios más complicados de la liga. En Matapiñonera el Madrid CFF no se jugará nada, pero no parece la plaza idónea para salir a jugarte la vida. El Depor, por su lado, recibirá a un Athletic Club que también tiene los deberes hechos desde hace semanas, pero el buen rendimiento de las futbolistas de Manu Sánchez en Abegondo lo convierten en un equipo sólido como local, por lo que, en caso de que el cuadro gallego sea capaz de dar la campanada en Sevilla, puede presentarse antes nosotros una jornada final de infarto.
La temporada no ha sido nada fácil para ambos equipos. Andaluzas y gallegas estaban llamadas a estar situadas como mínimo en la zona tranquila de la tabla, pero no siempre las cosas salen como uno quiere. A pesar de ello, es cierto que todo depende de la perspectiva desde la que se mire. Cuando Amorós aterrizó en el banquillo bético las cosas pintaban muy mal en el Felipe del Valle, y quizás entonces más de uno hubiera firmado tener un colchón de cinco puntos sobre el descenso a falta de dos encuentros. Nada se le puede reprochar al técnico verdiblanco, que llegó para salvar al equipo de una situación agónica y lo cierto es que está muy cerca de conseguirlo.
Lo mismo se puede decir del Dépor. 32 jornadas consecutivas en descenso reflejan a la perfección lo que ha sido la campaña 2020/21 en Coruña; poco menos que un infierno. Sin embargo, el conjunto gallego ha tirado de casta en las últimas semanas y depende de sí mismo para llegar a la última jornada con opciones de salvarse, algo que muchos no habrían pronosticado tras ver cómo el equipo encadenaba nueve derrotas consecutivas al inicio de la competición.
En unos días ambos estarán frente a frente. El Felipe del Valle se convertirá por unas horas en un Coliseo romano en el que 22 gladiadoras deberán dejarse la vida para evitar la tragedia. Todas ellas serán conscientes de que no existe la condescendencia, de que en una situación de este calibre de nada valen las medias tintas, porque su derrota significaría la victoria de quien más les puede perjudicar. No hay elección. El Betis – Depor que se viene será, deportivamente hablando, un matar o morir en toda regla.
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Imagen de cabecera: Imago
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