Hay sorpresas que uno no se espera. Es cierto que Bélgica, sempiterna favorita, es una de esas selecciones siempre criticada por los negacionistas de los panenkitas. Algunos aseguran, incluso, que esta generación de futbolistas ya no alcanzará el éxito. Bueno, el tercer puesto en el último Mundial, eliminando a Brasil por el camino, no creo que sea moco de pavo. Igual esto de seguir tanto balompié me ha confundido.
El caso es que los de Roberto Martínez se han llevado hoy un susto morrocotudo que puede tener consecuencias gravísimas: ahora mismo están fuera de los octavos de final. Es cierto que todavía dependen de sí mismos, pero el último rival es Croacia. Es probable que uno de los dos se quede fuera.
La culpa la tiene Marruecos. Los africanos han sacado cuatro de los seis puntos en disputa ante los dos cocos del grupo y afrontan la última jornada ante Canadá, con el billete de vuelta ya sellado, con muchas opciones de estar entre los 16 mejores. Si lo consiguen, recordarán la machada de esta tarde: vencieron 0-2 con un juego que mezcló inteligencia y valentía. Fue un esfuerzo defensivo emocionante que terminó en fiesta, con un Ziyech primoroso. Menos mal que ha vuelto al combinado que una vez le relegó al ostracismo.
«Es una cuestión de ánimo, no una falta de calidad en el plano técnico: jugamos con miedo a perder. Ahora es responsabilidad de los jugadores levantar esta situación. Jugamos mejor que el día de Canadá, intentamos asumir riesgos. Habitualmente salimos con ánimo ofensivo, pero quizás hemos perdido esa alegría de jugar por la presión que tenemos sobre los hombros. Tendremos que ganar el último partido contra Croacia», aseguró el técnico de los belgas. Es probable que no valga ni el empate en su último compromiso.
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