Joan SAGUÉS, ‘Kantinu’ | El precandidato Bartomeu, el del fair play, está que lo peta. Desde el mismo día que anunciara elecciones a final de temporada ha dominado la escena azulgrana con una cuota de pantalla que para sí quisiera la Esteban en Telecinco. La nueva cara de ajuste del barcelonismo tan pronto hace un tour de entrevistas como te consigue entradas gratis si estás jubilado o wifi en el campo si estás conectado. Bartu está en todo.
Al calorcillo de la precampaña no se ponen ya trabas a la Fundación Cruyff, ni se le exige ningún comprobante para seguir con el convenio de colaboración establecido. Eso era una bromita del cachondo de Sandro, ¡que no pilláis una! Bartu es otra cosa. No se sabe bien qué, pero otra cosa seguro. Como esa dama nocturna que se llama como gustes que se llame, Bartu será lo que vosotros queráis que sea.
Si le acusáis de tibio os mostrará las cabelleras de Zubi, Eusebio o de cualquier DirCom y DirGen que se precie. Si señaláis su perfil bajo os filtrarán que le ha prometido a Messi la cabeza de Lucho, y que las once victorias consecutivas (pero no la derrota del Málaga, ojo) son cosa suya. Si, en cambio, le tildáis de presidencialista os presentará a Rexach y su nuevo cuñado italiano como los ‘fichadores’ que, pese a no poder fichar, le van a robar el negro a la mano negra. Si necesitáis un avalador para la hipoteca, Bartu es vuestro hombre y éste es el momento.
Y hablando de hipotecas, la penúltima de Bartu ha sido renovar al precio que sea (los dineros importan menos cuando no son los tuyos) y hasta 2020 a un jugador con tres años de contrato y cada vez más dudas de que sea el perfil de mediocentro que tiene en mente el entrenador. El actual, claro. Ese al que el precandidato -y, sin embargo, presidente- promociona en público y finiquita en privado en una maniobra que nos transporta a la renovación fantasma de Martino que aireó al poco de asumir el cargo. Lo que haga falta, pero con fair play.