El temblor pasó a ser terremoto y hoy el Barcelona es un incendio que amenaza con llevarse por delante a Josep María Bartomeu, su presidente, reelegido hace poco más de dos años.
El mandatario azulgrana quedó contra las cuerdas tras una serie de sucesos encadenados difíciles de explicar: la marcha de Neymar, la amplia derrota en la Supercopa española ante el Real Madrid, la incapacidad para cerrar fichajes, las enormes dudas que despierta el equipo, la renovación no firmada de Lionel Messi… Y, como sucedió el martes, las fotografías de Neymar con sus antiguos compañeros dos horas después de que el club demandara al brasileño.
El ya bautizado como «Motín de Instagram«, en relación a la difusión del encuentro montado por Neymar con Messi y compañía, tuvo hoy un enorme recorrido y la mayoría de medios lo entendieron como un desafío de los futbolistas a la directiva, un divorcio latente.
«El día en el que los futbolistas se rieron de la directiva del Barça, la directiva fue incapaz de decirles nada. El episodio sugiere una pregunta inquietante: y en el Barça, ¿quién manda? La respuesta es todavía más inquietante que la pregunta«, razonó hoy el diario «Sport«.
La noche dio paso a una madrugada en la que se vivió otro suceso difícil de entender, cuando el Barcelona anunció el fichaje del argentino Ángel Di María en su cuenta «hackeada» de twitter.
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Y como cada día sucede algo nuevo en torno al club, la prensa catalana aseguró hoy que tampoco fichará al volante francés Jean Michael Seri un día después de dar por «cerrada» la contratación. Por «motivos técnicos», se argumentó. En resumen: otro fichaje frustrado sin que se sepa muy bien por qué.
La realidad pone a Bartomeu contra la pared tras ser reelegido el 19 de julio de 2015 con el 54,63 por ciento de los votos después de superar ampliamente al ex presidente Joan Laporta.
Entonces, Bartomeu dirigía al Barcelona del «triplete» -Liga, Liga de Campeones y Copa del Rey- y la hinchada lo votó masivamente al amparo de los resultados.
Pero dos años son muchos en el fútbol y ahora Bartomeu está acorralado cuando todavía le faltan cuatro años de mandato. Si es cierto que los futbolistas no le quieren, con Messi a la cabeza, está ante un enorme problema.
De momento, y fiel al rechazo que le tiene Bartomeu a los micrófonos, todavía no ofreció una explicación pública de las fotografías de Neymar con Messi, Gerard Piqué, Luis Suárez y hasta Dani Alves, un jugador que también salió mal del Barcelona. Tampoco habló sobre los fichajes frustrados ni envió un mensaje tranquilizador a su masa social, cada día que pasa más inquieta. Ni explicó por qué Messi todavía no firmó la anunciada renovación.
Mientras, sigue su curso la moción de censura contra él organizada por Agustí Benedito, rival suyo en las pasadas elecciones. Primero debe conseguir 16.525 firmas de los socios y después necesitaría dos tercios de los votos favorables de los votantes, siempre que el número de éstos sea como mínimo del diez por ciento de los socios del club. En ese caso, Bartomeu y su junta directiva serían derrocados y se abriría un periodo electoral.
Al acecho permanece Laporta, quien la pasada semana no perdió la oportunidad de añadir más combustible al fuego al afirmar: «Si queremos que Messi continúe a gusto en el Barça debemos echar inmediatamente a Bartomeu«.
Buen amigo de Messi, lo cierto es que Laporta obtuvo el martes una extraordinaria ayuda -todavía no se sabe si voluntaria o involuntariamente- por parte del astro argentino con sus fotografías junto a Neymar. Si es verdad que Messi participa en la «guerra» contra Bartomeu, éste tiene todas las de perder.
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