Llega un punto en el que dedicarnos a hacer resúmenes tácticos sobre el Real Madrid pierde el sentido. Está Álvaro Benito por ahí, comentando casi cada partido, diciendo todo lo que deberíamos decir. Nos quedan las migajas. De hecho, también ha dado su punto de vista sobre el protagonista de esta historia: Marco Asensio. Incluso Jorge Valdano, siempre directo, dejó unas líneas en El País sobre el mallorquín. Y la realidad es que parece que esa presión, lejos de asustarle, le ha despertado. El extremo ha vuelto a levantar al madridista de la silla. Ya es mucho decir.
Asensio parecía el protagonista de una película de Quentin Tarantino: salía al campo, nos divertía, nos acongojaba y acababa masacrando al enemigo de turno. Él siempre salía indemne de cualquier batalla. Demostró al mundo que en cada acción podía ser definitivo ya que guardaba en su tarro de las esencias un mejunje único. Tenía visión, era un buen pasador, era veloz y sobre todo poseía un atributo que se está perdiendo últimamente: un disparo demoledor. Sus goles en grandes campos, en finales de campeonatos importantes y en choques de enjundia le auparon en la lista de futbolistas más codiciados. Hasta que llegó Rusia. El amor se perdió en el este.
Aquel Mundial, quizás demasiado pronto para echarse a la selección a su espalda, le acongojó. De repente, pasó de ser Django a ser un mero figurante de un filme dirigido por Trancas y Barrancas. No le salía nada, como ese DiCaprio denostado en ‘Érase una vez en Hollywood’, relegado a los míticos Spaghetti western. La 18-19, repleta de cambios de entrenadores, debía ser una pequeña mancha en una trayectoria que prometía ser digna de salón de la fama. Sin embargo, una lesión en la pretemporada de la 19-20 le apartó del verde. Las promesas se las llevaba el viento. Aunque la maldita pandemia le otorgó una oportunidad de no perderse demasiado fútbol, su juego seguía dejando dudas.
En el nuevo curso ha continuado arrastrando sus miedos. Aunque ahora parece, con el paso de las semanas, que Asensio vuelve a asemejarse a aquel Asensio que se marchó. Se le ha visto agresivo con el cuero; presto al disparo y a aparecer entre líneas para ganar encuentros. Con un Real Madrid mucho menos preparado para el centro y remate, sin grandes cabeceadores en el ataque, el español agarra una responsabilidad brutal. Pero por algo tiene un gran poder: para volver a ser uno de los grandes protagonistas del cuadro de la capital. No es poca cosa.
Imagen de cabecera: OSCAR DEL POZO/AFP via Getty Images