Tras cinco años sin Old Firm, el Ibrox Stadium se vestía de gala para el derbi de Glasgow. Los anfitriones salieron desde el inicio con una marcha más, con su clásica defensa de tres liderada por el veterano Hill. En los carrileros estaban dos jugadores que fueron claves. Por la izquierda Barrie McKay volvió loco a Lustig, el lateral más sobrio del Celtic. El joven escocés siempre lo intentó y ya en el primer minuto de juego creó peligro. Aunque, la jugada del primer gol llegó por la derecha. Tavernier –encargado de lanzar todas las jugadas a balón parado- puso un caramelo para el veterano Miller para llevar el éxtasis a los 50.000 aficionados reunidos.
El Rangers continuó durante quince minutos encerrando a sus rivales, que se recogían en un 4-1-4-1 que se convertía a 4-3-3 en ataque. Los visitantes, tras los primeros veinte minutos, comenzaron a estirarse con las arrancadas de Sinclair y Dembélé, al que se le queda muy pequeña la liga escocesa. El francés igualó fuerzas en un córner en el que los locales descuidaron el segundo palo. Un mazazo antes del descanso.
El segundo acto acentuó el control del Celtic –que le saca 19 puntos al segundo- con ocasiones a raudales. Izaguirre se destapó por lo que Tavernier tuvo que pensar mucho más en tareas defensivas mientras que el sorprendente McKay ya no tenía la fuerza del inicio. El trabajo sucio estaba destinado para Brown que en sus labores de hombre escoba robó y también hizo faltas con las que acarició la expulsión. El contexto del encuentro llevó al Rangers a creer en la machada pero la sensatez se impuso. Sinclair rompió la igualdad con un gol muy parecido al que hicieron sus rivales tras un precioso centro de Armstrong. Para aquel momento, los anfitriones habían perdido a Jordan Windass –hijo de Dean Windass- que era uno de los jugadores que le daba más calidad al centro.
Los últimos quince minutos, por otro lado, fueron una sucesión de ocasiones en ambos lados que por falta de calidad no pudieron sucederse. Entonces, se erigió un Dembélé espléndido con un fastuoso alarde de físico, fuerza y juego de espaldas mientras que Sinclair se divertía al contraataque. Mención especial, también, merece Bitton que saliendo en el 86 le dio mucha calma al equipo. Miller, unos instantes antes, tuvo el empate pero el palo nos hizo saber que el destino, por poco tiempo, va de la mano del Celtic. Aunque se odien, ambos se necesitan. Ya queda menos para que el Old Firm vuelva a ser la referencia del fútbol mundial. Como en los viejos tiempos.