Cuando se hace una revisión de lo que han sido los fichajes del Manchester United esta temporada se pueden observar jugadores de mucho nombre, como Falcao y Di María. Otros tuvieron un muy buen mundial en Brasil 2014, como Blind y Marcos Rojo. También hubo fichajes talentosos, pero más enfocados al futuro, como Luke Shaw y Ander Herrera.
Con la llegada de tantos futbolistas, aquellos que ya llevaban cierto tiempo en el equipo, empezaron a ver sus lugares amenazados, y muchos decidieron zarpar hacia nuevos caminos en búsqueda de las oportunidades que en el United sintieron que no iban a tener.
Jugadores como Nani, Welbeck, Evra, Ferdinand, Vidic, Chicharito, Zaha, Kagawa o Cleverley son solo algunas de las bajas que tuvo el equipo de Old Trafford el pasado verano. Si se contabilizan las salidas invernales (Fletcher y Anderson), son 11 futbolistas que abandonaron el club esta temporada. Dentro de los pocos que permanecieron en el equipo de Old Trafford tras la era Moyes, Ashley Young era uno de los nombres que generaba más inquietudes en el seno de la afición. Tras un par de temporadas irregulares y recurrentes lesiones, Young fue visto como un jugador no apto para el Manchester United. El mal momento en su equipo vino seguido de la pérdida de su puesto en la selección inglesa, tras la llegada de nombres como Andros Townsend, Raheem Sterling y Oxlade Chamberlain que tocaron la puerta y eventualmente lograron entrar en la selección de los Three Lions. Su salida del United y hasta del fútbol inglés era algo que estaba sobre la mesa para el jugador, pero no ocurrió.
A pesar de este panorama, Young, desde el primer día, se colocó al servicio de Louis van Gaal y decidió permanecer en el club y luchar por un puesto, pese a que no lo tenía fácil. La llegada de Ángel Di María y de Luke Shaw, jugadores por los que el club pagó muchísimo dinero, le complicaban el escenario. Aun así, pese a ello, Ashley Young siguió con la cabeza en alto y sus actuaciones en pretemporada (jugando como carrilero por izquierdo) relegaron a Luke Shaw al banquillo. Lo visto en pretemporada fue simplemente un preámbulo de lo que estaba por venir con la temporada en curso.
En 2015, el Manchester United ha tenido una subida de nivel notoria, logrando concretar una idea de juego y volviendo tener esa actitud de equipo grande que tanto hizo falta en la temporada anterior con David Moyes. Dentro de este buen papel, el nombre de Ashley Young sale constantemente en los análisis. No sólo, con sus actuaciones, ha dejado en el banco a Shaw, también Di María y Januzaj han sido víctimas del gran momento del extremo inglés, que es el preferido de van Gaal por su velocidad, por lo que contribuye defensivamente, por su gran asociación con Daley Blind y Marouane Fellaini por banda izquierda, y por su destacada posesión de balón, cualidad poco valorada, pero que para el neerlandés es vital en su filosofía de juego.
En la victoria 4-2 ante el Manchester City del pasado fin de semana, Young fue elegido el hombre del partido, MVP, tras marcar un gol y dar dos asistencias. Louis van Gaal lo alabó en la rueda de prensa post partido: “Ashley Young fue el hombre del partido. Hizo un trabajo fantástico jugando como extremo por izquierda”. El propio Young comentó que se siente con mucha confianza y que quería pagarle a su técnico con buenas actuaciones, tras la confianza que ha depositado el holandés en él.
A pesar de su excelente 2015, Young no ha contado para el seleccionador inglés, Roy Hodgson, para el proceso de eliminatorias para la Eurocopa de 2016, pero parece cuestión de tiempo que el ex-técnico del Fulham vuelva a convocarlo.
El próximo sábado, el Manchester United visita al Chelsea en Stamford Bridge, en el gran partido de la jornada, un partido grande como pocos en el país y en el fútbol europeo.