Por lo general, cuando repetimos un logro con cierta asiduidad dejamos de considerarlo como tal, pasando a valorarlo como algo trivial y falto de mérito. La primera vez que nos subimos a una bici sin ruedines y logramos no caernos nos volvemos locos de alegría, una efusividad que va perdiendo importancia con cada pedalada, para simplemente quedar en un recuerdo que corre el peligro de ser olvidado. Por eso está bien repasar aquellas cosas que nos han traído hasta donde estamos, aquellos hechos que quizás ya no valoramos pero que en el pasado tuvieron una importancia vital.
A lo largo de los últimos años el fútbol femenino español ha vivido numerosas situaciones que han favorecido su crecimiento. Sin ellas este deporte no se encontraría a las puertas de una profesionalización real que parece estar a la vuelta de la esquina. Y por lo tanto deben ser recordadas como tal, como jornadas que marcaron un antes y un después en la historia de nuestro futfem y que bajo ningún concepto deben caer en el olvido.
La pandemia nos ha privado de muchas cosas. Cosas que considerábamos rutinarias o habituales, y que por lo tanto empezaban a no tener el reconocimiento que merecían. Sin ir más lejos, antes de que el virus golpeara nuestras vidas habíamos vivido numerosos encuentros de Primera Iberdrola en escenarios poco frecuentes. Y es que los estadios de primera división masculina habían empezado a abrir sus puertas para albergar encuentros de fútbol femenino con cierta asiduidad. No sucedía cada semana, pero a lo largo de una temporada podíamos encontrar varios partidos jugados en campos donde pisar el césped era sinónimo de profesionalidad.
32.068 personas se habían acercado hasta San Mamés para disfrutar de un Athletic – Barça. 23.000 almas habían poblado las gradas del Benito Villamarín para vibrar con el siempre pasional Betis – Sevilla. 21.234 espectadores presenciaron en Anoeta un igualadísimo derbi vasco. Y como colofón, 60.739 seguidores abarrotaron el Wanda Metropolitano para vivir in situ un Atlético de Madrid – FC Barcelona que ostenta a día de hoy el récord de asistencia en un encuentro de fútbol femenino en nuestro país. No fueron los únicos. Ciutat de Valencia, Mestalla, Heliodoro Rodríguez López, Riazor, Cornellà – El Prat, Nuevo Colombino, Carlos Belmonte… son otros estadios que también abrieron sus puertas para el mismo fin; dar visibilidad a un deporte necesitado de este tipo de acciones.
Pero para que todo esto pudiera suceder tuvo que crearse un precedente que diera pie a todo lo que vino después. En 2013, Athletic y Barça se jugaban la liga en San Mamés ante cerca de 23.000 personas, pero a pesar del éxito de asistencia dicho evento no logró tener la continuidad deseada. Algo que sí se consiguió el 11 de diciembre de 2016, cuando en medio de un auge notorio del fútbol femenino nacional, el Atlético de Madrid decidió abrir el Vicente Calderón para albergar un Atlético – FC Barcelona que será recordado como un encuentro de vital importancia en el crecimiento y evolución de este deporte.
Fueron cerca de 14.000 los seguidores que se acercaron hasta el coliseo rojiblanco para disfrutar del choque entre los dos mejores equipos de la Primera Iberdrola. La cercanía de las Navidades, la presencia de familias enteras en las gradas, los actos previos en las afueras del estadio… el ambiente que envolvía aquel partido era idílico, algo que animó a muchos otros clubes a seguir esa misma iniciativa, fijando en el calendario fechas para que la fiesta del fútbol femenino se viviera también en sus respectivos estadios.
Aquel día los tres puntos se quedaron a orillas del Manzanares. Las colchoneras se adelantaron con goles de Marta Corredera y Sonia Bermudez, mientras que en la segunda mitad la brasileña Andressa Alves ajustó el marcador para disfrutar de un final de partido vibrante. El 2 a 1 que reflejó el luminoso tras los 90 minutos permitió al conjunto de Ángel Villacampa arrebatarle el liderato a un Barça que, a pesar de que presionó jornada tras jornada al equipo rojiblanco, no logró recuperarlo. De modo que aquella victoria, a la postre, acabó significando la primera de las tres ligas conquistadas de manera consecutiva por un más que brillante Atlético de Madrid.
Aquel 11 de diciembre marcó, sin todavía saberlo, un antes y un después en nuestro fútbol femenino. Hasta entonces este deporte estaba irremediablemente asociado a estadios vacíos, instalaciones amateurs y a un nulo seguimiento por parte de la prensa. A partir de aquel momento empezamos a ser puntualmente testigos de cómo las futbolistas de Primera Iberdrola tenían la oportunidad de sentirse protagonistas, de abarrotar gradas y de ocupar vestuarios dignos. En definitiva; de sentirse profesionales. Se cumplen 5 años de aquel 11 de diciembre, el día en que el Vicente Calderón sirvió de trampolín para catapultar a nuestro futfem.
Contenido patrocinado por Iberdrola
Imagen de cabecera: Atlético de Madrid Femenino
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