Llegas a casa, abres la ventana y pones el FIFA 08 en tu nueva Playstation 3. Suena Young Folks, la canción de los silbidos que te conducen insondablemente a la tranquilidad mientras conduces a un club de cuarta inglesa a su quinto título de Champions League. Ronaldinho y Rooney copan la portada, España sigue sin pasar de cuartos de final y sigues sufriendo con Conocimiento del Medio. En el Almería que entrena Unai Emery está un futbolista que debería estar en el Real Madrid, un canterano obligado a exiliarse por las ínfulas de Florentino Pérez, un tal Álvaro Negredo. Qué bueno es ese chico.
Es 2008. Parece que fue antes de ayer, pero ya han pasado 13 años de la presencia de un conjunto que revolucionó por poco tiempo el campeonato liguero, pero suficiente para que lo añoremos con fuerza. Emery todavía no había tenido que aguantar los caprichos de cracks como Neymar o Mbappé, niños en aquella época, como ahora. Los almerienses, con un Diego Alves brillante a partir de la segunda vuelta, cuajaron una temporada de ensueño. En la defensa habitaban Bruno Saltor y un Felipe Melo que hacía de bisagra entre la sala de máquinas y la zaga y que encima marcaba muchos goles. Arriba solo había traca: Negredo, Soriano, Crusat y Kalu Uche. Poca cosa.
El octavo puesto le daba, en principio, acceso a la Intertoto, una competición muerta hoy, pero que sellaba billetes a la UEFA. Sin embargo, el conjunto andaluz no se inscribió en la competición, igual que el Mallorca, que quedó séptimo y tampoco se animó a viajar por Europa del este a mediados de julio. Negredo acabó con 13 tantos aquel año y Emery, que era uno de los entrenadores más prometedores del panorama europeo, se marchó al Valencia. Los andaluces, incapaces de mantener a sus futbolistas año tras año, acabaron perdiendo la categoría en el curso 2010-2011. Pero el Estadio de los Juegos Mediterráneos sigue recordando a aquella escuadra que, por ejemplo, ganó al Real Madrid de Schuster con Negredo entre los goleadores. Hoy el Almería juega en segunda y en el FIFA solo vale abrir sobres. Todo ha cambiado.
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