Anquela, guía de un proyecto ilusionante

Linares, 11 de septiembre de
1957. La ciudad jienense ve nacer a un personaje singular, convertido con la
madurez en un técnico de reconocido prestigio, especialmente en el ámbito de la
Segunda División. Todas las letras que se viertan sobre la trayectoria de Juan Antonio Anquela serán más que
conocidas para cualquier amante del fútbol y concretamente de la categoría de
plata del fútbol español. Por ello, no
será pretensión de estas líneas recordar la gesta alcanzada por su Alcorcón
ante el Real Madrid allá por 2009. Ni tan siquiera que aquella temporada
ascendiera al equipo alfarero o la siguiente lo dejara a las puertas del
ascenso. Tampoco que llevase a la SD Huesca a soñar con el ascenso la pasada
temporada, sembrando los cimientos de un club que se ha convertido en aspirante
al ascenso a Primera División. Porque todo ello, además de conocido, es pasado,
y no es Anquela amigo de vivir de las rentas.

El presente y el futuro de Juan
Antonio Anquela se sitúan en Oviedo, a
los mandos de un Real Oviedo que actualmente es el conjunto más en forma de la
categoría, acumulando nueve encuentros sin conocer la derrota y afrontando
el derbi asturiano con la moral por las nubes, aunque tampoco gusta el técnico
andaluz de lanzar demasiado las campanas al vuelo. “Si un equipo se te sube encima de la chepa no lo bajas”.
Afirmación de un técnico que conoce como nadie la necesidad de alejarse de la
euforia y la complacencia para tener éxito en una parcela, el fútbol, que se ha
convertido en su forma de vida.  De ahí,
que lo tenga claro. “Con trabajo, pasión
y humildad, todo es posible. Todo”. Algo que parece sencillo, aunque en
realidad probablemente sea lo más complicado de conseguir. Por eso no se cansa
de repetirlo: “Lo único que pido a mis
futbolistas es que sean humildes y trabajadores”. Es una de sus máximas, el esfuerzo no se negocia y la humildad es
la fórmula más cercana a aproximarte al éxito. De carácter imponente en los
banquillos, Anquela es contrariamente reservado en su faceta personal, de
carácter tímido, que contrasta con su actitud habitual en el desarrollo
profesional de sus funciones. Así es
Anquela, pasional y decidido en su profesión; centrado, reflexivo y comedido en el día a día,
cuando los focos se alejan de su figura.

De ello sepodría extraer con total
seguridad la adaptación paulatina que ha encontrado en el Real Oviedo. Y es que
es el técnico jienense alguien que gusta de adentrarse en la dinámica de las
ciudades en las que trabaja, conocer su cultura, interiorizarla y convertirse
en un ciudadano más. En Oviedo también lo ha hecho, no cabe duda. “El Oviedo es un sentimiento y con los
sentimientos no se juega”. Obsesivo en su metodología laboral, se mantiene
en constante alerta ante los retos inmediatos, lo que le lleva a realizar una
afirmación que define dicho concepto: “Nunca desconecto del fútbol, cuando
acaba un partido ya estoy preparando el siguiente”. Aunque su equipo técnico le
facilite extractos de vídeo de los rivales a los que el equipo se enfrente en
la siguiente jornada, Anquela es tan extremadamente metódico que necesita
examinar más allá y prefiere visualizar partidos completos para analizar al
máximo las virtudes y defectos del rival.

Pero ante todo, Anquela es un enorme conocedor de la
categoría de plata. Es perfectamente consciente de las dificultades y la
exigencia de la competición, hasta el punto de afirmar que “si en la vida real me dicen que
va a venir un burro volando, no me lo creo. Si me lo dicen en el fútbol, te
pido una silla y me siento a verlo pasar”. Con un peculiar sentido del
humor, el técnico describe a la perfección la dinámica de una competición que
no entiende de favoritismos.

Quizá todo ello explique el
momento que el Real Oviedo atraviesa en la competición. Sin grandes alardes
económicos, sin fichajes de postín, probablemente con menores recursos de los
que disponen los equipos llamados al ascenso, Anquela ha colocado a su equipo en una dinámica positiva que le sitúa a
las puertas del ascenso directo. Que permite al Tartiere volver a soñar.
Que ilusiona a la hinchada con recuperar una categoría que entienden que jamás
debieron abandonar. Y en ese sueño,
Anquela en piedra angular. La afición le adora, los seguidores entregan su
fe en él, el guía de un proyecto con
tintes de ascenso. Su mérito y su recompensa residen en ello.