A sus 25 años, parece que por fin Andrea Iannone ha encontrado la dosis de madurez con la que complementar su talento para ir rápido en moto. De los pilotos llegados de la nueva escuela de Moto2 –y, evidentemente, dejando a Marc Márquez fuera de la ecuación-, es el piloto de Vasto el que se está haciendo un hueco entre los grandes.
Irregular. Es el adjetivo que siempre le ha acompañado en forma de ‘pero’ cuando se debatía sobre su inmenso talento. Ya ofreció alguna píldora en su época del octavo de litro, cuando se llevó el Gran Premio de China 2008. Nunca antes había pisado el podio, y en Shanghai arrasó con todos para imponerse en solitario.
Un año después arrancó con dos victorias consecutivas, postulándose como clarísimo favorito al título. Un carrusel de caídas y carreras mediocres lo impidieron, finalizando la temporada en una muy pobre séptima posición; lejísimos de su potencial. Aun así, dio el salto a Moto2 en el mismo año que la nueva categoría media iniciaba su andadura.
Allí, más de lo mismo. Ocho victorias y 19 podios en las tres temporadas que estuvo; mezcladas con actuaciones paupérrimas que no le permitieron nunca ni llegar a ser subcampeón. De hecho, finalizó los tres años en la tercera posición final: en 2010, tras Toni Elías y Julián Simón. En 2011, por detrás de Stefan Bradl y Marc Márquez. En 2012, sus verdugos fueron Marc Márquez y Pol Espargaró.
Las carreras que pasaba sumergido en las profundidades del cruel pelotón de las Moto2 empañaban, sin ocultar, el tremendo espectáculo que brindaba en aquellas en las que lograba instalarse en el grupo delantero. En el cuerpo a cuerpo, demostró ser el único capaz de estar a la altura de Márquez. Cal y arena se fundían en una homogénea argamasa de talento e irregularidad.
Por todo ello, su salto a MotoGP se contempló con tanta ilusión como escepticismo. El Pramac parecía el lugar óptimo: permitía el acceso a la órbita de Ducati al tiempo que le despojaba de la presión por la inmediatez de los resultados. Un año de aproximación dio lugar a un paso adelante en 2014, donde empezó a recibir material de primera en detrimento del ‘oficial’ Cal Crutchlow.
Estaba escrito. El hueco del inglés en este 2015 sería para Iannone, que pasaría a formar pareja con Andrea Dovizioso, formando una dupla italiana y homónima con la que ilusionar a la parroquia transalpina. Eso sí, con roles muy marcados: ‘Dovi’ como jefe de filas y punta de lanza de la nueva creación de Gigi Dall’Igna, con Iannone aprendiendo a su vera.
Ocho carreras después, el orden preestablecido ha cambiado por completo en Borgo Panigale. Iannone ocupa la tercera posición de la general con 107 puntos. Dovi, la quinta con 87. Aunque el veterano le dobla en podios (cuatro por dos), el 29 está basando su éxito… ¡en la regularidad!
El año pasado, puntuó en once de las 18 carreras. Este año lleva ocho de ocho, y nunca se ha bajado del ‘top 6’; con el segundo puesto de Mugello como mayor éxito. Es uno de los seis pilotos que ha puntuado en todas las carreras, junto a Valentino Rossi, Jorge Lorenzo, Bradley Smith, Maverick Viñales y Danilo Petrucci.
Señalado desde muy temprano como diamante en bruto, durante años fue más bruto que diamante. Como le pasó, por ejemplo, a Casey Stoner –y salvando las obvias distancias-; está encontrando en la estructura oficial de Ducati el caldo de cultivo ideal para pulir las aristas de la consistencia y así dejar brillar su talento, eliminando poco a poco las imperfecciones.
Todavía le quedan aspectos por pulir, es evidente. Tanto como que el salto adelante dado en este 2015 le convierte en futuro candidato al título. De momento, y a la espera de la evolución de pilotos como Maverick Viñales, Pol Espargaró o Scott Redding –y los que vengan-, parece estar en la pole para ser la futura némesis de Márquez; y para formar con Ducati la dupla ganadora que todo un país soñó con Valentino Rossi.