En las historias de caballeros siempre nos contaron que el héroe solo tuvo que llevar consigo su arsenal. Nunca hubo un mínimo reparo en narrar minucias que quizás eran íntimas e ínfimas, pero a la vez claves, como hacer sus necesidades o lavarse. El Fulham llegó a la Premier League pensando que con 100 millones de libras iba a ser suficiente para combatir con cualquiera que se pusiera en medio, hasta que se dieron cuenta que el fútbol no es un paseo por las nubes. Los demás conjuntos, aparte de marcar goles, también defienden.
El Fulham se impresionó por las luces y las maravillas que prometía la élite y decidió continuar con su 4-3-3 con el que había hecho una segunda vuelta de ensueño en el Championship. Sin embargo, la felicidad suele desarrollarse en videoclips y películas. Estamos tan rodeados de ellas que creemos que todo se puede hacer realidad. Una música bonita, una frase motivacional y ya hay precioso cuento de hadas. No, la mayoría de las ocasiones toda buena intención suele multiplicarse por cero. Aquel centro del campo de campanillas, con Jean Michel Seri y Zambo Anguissa, se vio envuelto en un desierto. No florecía nada. Y los londinenses ya estaban en descenso.
Había eso, la nada, porque su sala de máquinas ha vivido insolentemente expuesta en la mayoría de los partidos. Aleksandar Mitrovic tuvo que redoblar los esfuerzos de los meses pasados y ni así ha podido sacar a un Fulham de un destino que parece escrito desde hace meses. La zaga se ha visto envuelta en un sinfín de situaciones de las que se han quedado en blanco, como el que no estudia nada para el examen de matemáticas. Si Jaimito tiene 600 kilómetros hasta llegar a Barcelona y su coche va a 100 km/h, ¿cuánto tarda en llegar? Ni idea.
Poco se le puede pedir a Ryan Sessegnon que, tras protagonizar miles de tweets y artículos con sus bonanzas, lo ha pasado mal. Y es lógico porque no podía cargar a su espalda todo un conjunto de la Premier a sus 18 años. Más allá de comentar lo que cada uno hacía con su reciente mayoría de edad, como hacen todos cuando sale un futbolista tan precoz, es necesario entender que tiene unas cualidades encajonadas en su interior, dispuestas a salir en un lapso más corto que largo. Aún le falta ese toque físico para la Premier League. Además, por su velocidad, a veces le cuesta escoger correctamente. Sus dudas entre conducir un poco más o pasarla; es tu indecisión en escribirla o no, o en coger garrafón o rascarse el bolsillo. Lo mismo es.
Ni siquiera la llegada de Claudio Ranieri -tras relegar a Slavisa Jokanovic- ha sacudido a un conjunto que encaja casi 3 goles por partido. Ni siquiera cambiando su esquema a 3 centrales. Mucho que ver tiene su descaro a la hora de firmar en el mercado, trayendo más hombres de ataque y desatendiendo la defensa. Como si el Cid, por ejemplo, se hubiera olvidado llevarse unas monedas para sus infinitos viajes y cuando le tocara pagar solo pudiera financiar sus gastos con su infinita nobleza. Hay cosas que, aunque no salgan en las fantasías, siguen siendo importantes.
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