Vivimos en un tiempo donde el dinero se ha convertido en el atractivo principal del fútbol. Atrás quedan aquellas épocas donde se jugaba por el amor a unos colores, o por conseguir el mayor número de títulos. Ahora vemos cómo jugadores jóvenes y con futuro se marchan a China por un puñado de dólares, tirando su carrera por el retrete. No fue a China, sino a Kansas, donde pudo irse el protagonista de nuestra historia. Su nombre es Álex y nació en A Coruña. Como muchos gallegos podría haber emigrado para buscar las oportunidades que su tierra no le brindaba, aunque por suerte para el Depor, decidió quedarse y luchar.
Álex Bergantiños fue el gran protagonista de la proeza herculina frente al Barcelona. El equipo que se ganó los elogios de medio mundo el miércoles pasado, volvía a La Tierra por un gol de un futbolista terrenal, un hombre de la casa, que simboliza a la perfección el amor por unos colores. Álex mamó deportivismo desde niño. Creció viendo al «Súper Depor» como tantos otros, soñando con jugar algún día en Riazor. Antes de poder cumplir su sueño tuvo que ir a curtirse fuera; así pasó por Xerez, Granada y Tarragona antes de volver a enfrentarse al reto de su vida: devolver al Depor a Primera. Bergantiños fue pieza clave en el primer ascenso del Depor, consolidándose en la medular, aportando garra y trabajo. Bergantiños es esa clase de jugador que sabes que siempre va a cumplir, da igual la posición en la que lo pongas. La máxima expresión de esta polivalencia se vio en un Depor-Levante, donde Bergantiños llegó a jugar de medio, defensa y portero en el mismo partido.
Tras unas temporadas agridulces, donde el deportivismo vivió de nuevo un descenso y ascenso, Bergantiños se iba a enfrentar a su peor etapa. Desde su llegada al Deportivo, Álex siempre había contado con oportunidades por parte de sus entrenadores. Todo cambió esta temporada, cuando Garitano lo condenó al ostracismo. Pero Bergantiños, como siempre, calló y trabajó, porque es uno de esos pocos jugadores que todavía piensan en el escudo. Le llegó una oferta de Kansas en enero, pero decidió quedarse en A Coruña. Todo ese amor por un club que sintió desde niño y ese ejemplo de profesionalidad, se verían recompensados con la llegada de Pepe Mel. Hay jugadores que tienen una relación idílica con un club; el de Bergantiños es el Barça. Ya le había marcado en dos ocasiones, siendo recordado especialmente el gol que le marcó al Barça la temporada pasada, que sirvió para un histórico empate en el Camp Nou. Ayer la historia se volvería a repetir. Con el brazalate de capitán en el brazo, Bergantiños se elevó por encima de Jordi Alba para enchufarla en la red y desatar la euforia en Riazor. Tras el gol corrió hacia el córner, dando un beso de amor verdadero a ese escudo por el que tanto ha luchado y dejándonos una imagen para el recuerdo, como cuando celebró en San Mamés aquel gol de Lopo. Porque Bergantiños es la representación de un sentimiento único que está por encima del dinero. Gracias Álex, el deportivismo siempre te estará agradecido.