Alejandra Bernabé cedida al Liverpool cumpliendo el sueño que nunca imaginó; seguir los pasos de su ídolo de la infancia, Fernando Torres
Desde que tenía uso de razón, Alejandra Bernabé soñaba con ser Fernando Torres. No con parecerse a él, no con inspirarse en su juego, sino con ser él. Era su referente absoluto, su inspiración dentro y fuera del campo. Y ahora, sin buscarlo ni pretenderlo, está siguiendo sus pasos.
Alejandra acaba de llegar al Liverpool cedida por el Chelsea, convirtiéndose en una jugadora ‘Red’, al igual que lo hizo en su día el niño de Fuenlabrada. La historia parece escrita para ser contada. Desde el Atlético de Madrid, club donde también jugó Torres, hasta su llegada al fútbol inglés, su camino ha ido tejiendo paralelismos con el de su ídolo. De pequeña, cuando fichó por el Madrid CFF y no pudo llevar el ‘9’ porque jugaba de lateral y ya estaba ocupado, eligió el ‘18’. ¿La razón? La suma de 8 + 1 es 9. Su pasión por Torres no tenía límites.
De todas las camisetas que guarda con cariño en su armario, hay una que destaca sobre todas: la del Atlético de Madrid firmada por el propio Fernando Torres. Un tesoro que simboliza su infancia, sus sueños y su pasión inquebrantable por el fútbol.
Pero la historia de Alejandra Bernabé no es solo una de sueños cumplidos, sino también de superación. Trabajo, humildad y sacrificio han sido sus señas de identidad en un camino que no siempre ha sido fácil. Y si hay alguien que ha sido su mayor seguidor, ese ha sido su padre, José Carlos, quien, desde el cielo, sigue viendo cada uno de sus pasos con orgullo. Su pérdida marcó un antes y un después en su vida, pero lejos de rendirse, Alejandra ha encontrado en el fútbol una forma de honrar su memoria en cada carrera, en cada balón disputado, en cada partido jugado con el corazón.
En los próximos meses, veremos a Alejandra Bernabé recorriendo la banda izquierda con la energía y el ímpetu que la caracterizan. Incansable, luchadora y con esa sonrisa inconfundible que la define. La niña que soñaba con ser Fernando Torres jamás imaginó que, sin buscarlo ni pretenderlo, estaba siguiendo su mismo camino.