No siempre es fácil cambiar de rumbo. Adaptarte a nuevas situaciones después de un tiempo prolongado instalada en tu hábitat natural, con los tuyos. Hay quien da el paso por necesidad, otras para crecer, otras para seguir adelante. En el caso de Alba Mellado (Madrid, 1992) el dilema era inevitable: dejar la ciudad en la que has vivido los 29 años de tu existencia y el club en el que has pasado seis años, pero a cambio volver a sentirse futbolista, volver a sonreír sobre el verde, volver a disfrutar.
“Tengo ya una edad en la que si dejas de jugar ya puede ser que no seas la misma. Fue difícil porque llevaba muchos años en el club, pero egoístamente, por los minutos que necesito, porque jugar me hace feliz y quería sentirme bien, tenía que aprovechar la oportunidad”, nos explica Alba al otro lado del teléfono. En el pasado mercado de invierno dejó el Madrid CFF, al que había llegado en 2015 procedente del Pozuelo, para fichar por un Santa Teresa que pelea por no volver a Segunda División el mismo año de su ascenso.
Su situación cambió radicalmente tras el confinamiento. Alba había sido una de las jugadoras de mayor peso en el campo y en el vestuario, pero la llegada de numerosas futbolistas foráneas en las dos ventanas del mercado de fichajes le relegó a un segundo o tercer plano. “Las jugadoras que trajeron eran de mucho nivel. Y por lo que sea a principio de temporada se confiaba mucho más en ellas. Tampoco veía que se me pudiese dar la oportunidad, así que lo mejor para mí era buscarme un equipo en el que pudiese jugar. Yo me alegro mucho por ellos porque lo que siempre han buscado ha sido crecer y están apostando todos los años para dar un paso más, así que genial”, cuenta Alba sin rencores. El Madrid CFF vive ahora un momento dulce, luchando por entrar en Champions y logrando el pasado miércoles el pase a las semifinales de la Copa de la Reina gracias a un gol de Priscila en la prórroga ante el Real Madrid.
Todo lo contrario que un Santa Teresa que se encuentra en penúltima posición y que lucha cada jornada por salir del pozo. ¿Fue difícil cambiar el chip? “No, porque al final yo venía de muchos años en el Madrid CFF peleando por el descenso. Y vine en invierno, que por entonces no sabía dónde iban a estar (el Madrid CFF). Sabía que era un equipo en el que podía encajar bien porque estaba acostumbrada a lidiar con ello”. Nunca es fácil hacer las maletas, aunque cuentes con una razón de muchos quilates. “Fue todo muy precipitado, de un día para otro. Y yo nunca había salido de Madrid, así que fue todo muy extraño. Pero la verdad que la llegada fue muy bien, las compañeras y el club me han acogido muy bien. Estoy muy contenta y con ganas de seguir con la temporada, que queda mucho”.
En el Santa Teresa ha encontrado la estabilidad emocional y esos minutos que tanto ansiaba. Pese a la derrota en su estreno (4-0, precisamente ante el Madrid CFF), Alba aterrizó con buen pie en el Nuevo Vivero: en su primer partido en casa marcó un golazo con un disparo desde más de 25 metros ante el Athletic. Aquel punto (acabó 2-2 el partido) era el primero que conseguía el equipo extremeño en dos meses. Luego llegó una victoria sorprendente ante el Atlético de Madrid (0-1 en la Ciudad Deportiva Wanda), un triunfo que ha podido servir de punto de inflexión. “Donde menos te lo esperas puedes puntuar. Ganarle a un equipo como el Atlético es un subidón enorme y te hace ganar confianza, pero sí que es verdad que tenemos que conseguir los puntos con los de abajo. La Liga va a estar entre golaverajes particulares o general”, explica. El Santa Teresa se lo tiene ganado al Espanyol, pero lo tiene perdido con Betis y Deportivo. Ante Éibar (juegan este fin de semana), Rayo Vallecano y Sporting de Huelva deberá ganar por más de un gol si quiere contar con esa ventaja en caso de desempate. Ante el EDF Logroño (2-2 en la primera vuelta) le basta con lograr la victoria.
Máximo mérito
Que un equipo como el Santa Teresa dispute la Primera División femenina más competida de la historia y tenga todavía serias opciones de salvarse (a cuatro puntos de la salvación) es motivo de elogio. Hay que recordar que la Primera Iberdrola ha crecido a pasos agigantados, que los clubes con estructura masculina tienen las de ganar y que en su última temporada en la élite (la 17-18), el conjunto pacense descendió como colista, quedando a diez puntos de la permanencia.
“Es normal que los que no tienen un respaldo masculino sufran más pero estamos cerca de conseguir el objetivo. Hay que pensar que hay entidades muy grandes (Deportivo o Betis) que están con nosotros ahí abajo. El Santa Teresa es un equipo de Badajoz, de una ciudad pequeña, y estar ahí tiene que ser gratificante para el club, para la ciudad y para todo el mundo”, recalca Mellado. Desde su llegada es imprescindible para Juan Carlos Antúnez, ya sea como titular o entrando como revulsiva desde el banquillo. Es consciente de que uno de los problemas del Santa tiene que ver con el gol, asignatura pendiente de un ataque con futbolistas de la talla de Belén Martínez, Estefa o la propia Mellado. Con 16 goles en 26 jornadas, es el equipo menos anotador de todo el torneo. “Es tener la confianza de que entre la pelota. Estamos generando más ocasiones, que no es fácil en Primera, y no tenemos la fortuna de que nos entren. Llegará un día en que entre uno y entonces entrarán todos”, sentencia.
En una campaña atípica por el coronavirus y porque descienden hasta cuatro equipos, la salvación parece una quimera para un equipo humilde como el Santa Teresa, que no piensa bajar los brazos. Pase lo que pase a final de curso, el futuro es incierto para Alba Mellado. “Nunca sabes el equipo que puede quererte, o si el Santa Teresa mismo quiere renovarte. Este es un mundo que desconoces lo que puede pasar en el día de mañana, pero sí me gustaría seguir en Primera División, porque creo que todavía puedo jugar. El día que no pueda seré honesta conmigo misma y me bajaré”, reconoce Alba. La próxima campaña será la ‘Liga Ellas’, la primera división profesional de la historia del deporte femenino español. Y obviamente, nadie se la quiere perder. “Es que siempre se decía que el fútbol femenino iba a crecer, pero no nos lo creíamos del todo porque siempre tardaba en llegar. Se rumoreaba siempre pero nunca llegaba. Ahora que parece que sí va a llegar supongo que aquellas jugadoras que lo dejaron se alegrarán, pero estarán pensando ‘jope, por qué no lo he podido vivir yo’, razona Alba entre risas.
Del césped al banquillo
A Mellado le queda todavía trayectoria por delante, pero parece claro lo que hará cuando cuelgue las botas: ser entrenadora. Lo ha sido desde los 15 años y sueña con serlo en Primera, emulando a María Pry, Jenny Benítez, Irene Ferreras, Sara Monforte y compañía. “Llevo formándome en ello desde que soy pequeña, porque siempre me ha gustado. Ojalá tenga esa oportunidad, porque me encantaría”. Ahora que está en el Santa Teresa ha tenido que dejar su labor en el fútbol base por primera vez, y aunque lo echa de menos le ha venido bien para centrarse solo en su faceta como futbolista.
“Me exigía demasiadas horas. Haberlo aparcado un poco me ha venido bien para sentirme con más energías y no tener tanta presión. Antes no tenía tiempo ni para comer, tenía que irme corriendo o coger un tupper, ahora tengo hasta para merendar (risas). No era una vida de jugadora profesional. Necesitas dedicarle tiempo a cuidarte, a hacerlo mejor, sobre todo si quieres estar más años”, explica Alba. El convenio colectivo ha contribuido en gran medida a ello.
Lo de Alba es vocacional. Ama el fútbol en todas sus vertientes, desde el fútbol sala (donde empezó) hasta el fútbol playa (internacional con la selección española), pasando por el fútbol 11 o los banquillos. Eso le ha dado un plus, le ha convertido en una jugadora completa, con infinidad de recursos que aplica a su juego y que espera que le dé réditos cuando tenga que dirigir desde la banda. Ya lo hace a veces sobre el césped: “Yo siempre intento dar un poco mi opinión, sobre todo a las que te dejan un poco. A las que no te dejan pues tampoco (risas). Cada una tiene su fútbol, la realidad es que hay millones de maneras de verlo y podemos opinar diferente. Y eso es lo bonito”, explica Alba. “Yo tengo la mía propia, que me encanta. Y espero que ese fútbol algún día, cuando deje de ser futbolista, se vea reflejado en el campo”. Y nosotros esperamos poder disfrutarlo.
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Imagen de cabecera: Santa Teresa (@SantaBadajoz)
Alicante, 1991. Mi madre siempre me decía: "No sé por qué lloras por el fútbol, sino te da de comer". Desde entonces lucho por ser periodista deportivo, para vivir de mis pasiones (y llevarle un poco la contraria).
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