Carlos MATEOS – No fue, desde luego, la tarde de los porteros. Los problemas a la hora de salir a por los balones aéreos dieron origen a varios de los goles, incluido el anotado por Hashmatullah Barakzai durante la prórroga. En una gran liga, esas imágenes hubieran provocado gestos de amargura en los entrenadores y críticas furibundas por parte de los seguidores a través de las redes sociales. Sin embargo todo era alegría y regocijo entre los asistentes al partido. Para los afganos, ver rodar un balón sobre el césped ya es es una victoria porque la misma hierba sobre la que se derramaba la sangre de los ejecutados por los talibanes se desgasta ahora con el ir y venir de los tacos.
La final de la liga, que disputaron este viernes el Shaheen Asmayee y el Oqaban Hindukosh, dejó detalles pese a todo. Incluso uno de los futbolistas, con la complicidad de los defensas, emuló a Butragueño durante su exhibición equilibrista en el Carranza. Vencieron los primeros por 3-2 y retuvieron de esta forma el título conseguido la campaña anterior.
Un colofón perfecto para una historia estructurada en capítulos cuyo guión va haciendo evolucionar la vida misma. El comienzo, eso sí, lo escribe la cadena privada Tolo TV. De hecho en ningún país cobra tanto sentido esa sentencia que dice que el fútbol vive de la televisión. Sin el éxito en pantalla de "Maidan-e-Sabz" (Campo verde), no habría película.
El 'talent show' llegó justo a tiempo con una propuesta innovadora, encontrar intramuros a los mejores jugadores jóvenes del país, distribuirles en ocho clubes diferentes y ponerles a competir a todos ellos en una liga profesional. Tan sencillo como complejo, tan admirable como brillante. Un anzuelo para atraer al público, que llenaba su boca con las hazañas de las estrellas internacionales pero no podía identificarse con algo propio.
De esta forma cada región pasó a tener su equipo y cada vestuario una amalgama de hombres procedentes de distintos lugares que compartían un sueño común dejando de lado sus diferencias personales. El embrión de un espectáculo de masas a cuyo carro se suben cada vez más afganos movidos por la emoción que produce lo novedoso.
Sabe mucho de ello la periodista española Mònica Bernabé. Autora del libro "Afganistán, crónica de una ficción" y establecida como freelance en el país desde el año 2007, ha vivido en primera persona la evolución del fenómeno: "Hace tres semanas fui a ver uno de los partidos de la liga de fútbol en Kabul. Había 6.500 personas en un estadio con capacidad para 5.500. Y unos 4.000 aficionados más en el exterior que empujaban las puertas para poder entrar. Eso explica la pasión genera el fútbol aquí".
Por encima de los resultados el balompié es ahora un alegato a favor la unidad, una buena excusa para evadirse de los dramas diarios que azotan a la sociedad y la oportunidad para jóvenes como Hashmatullah Barakzai, el protagonista en el duelo decisivo al que por razones ignotas apodan 'El frigorífico'. Su sangre fría en el área enciende los televisiores e incendia los corazones en las tribunales. Los héroes ya no portan Kalashnikovs; visten de corto y solo disparan si hay una red por medio.
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