Domingo ORTIZ – Sólo han pasado dos semanas desde que se establecieron las nuevas –ya arcaicas y añejas- condiciones para el proceso de venta del Valencia. Todo parecía direccionado a la calma y al consenso. A la comunión y viaje por un mismo raíl. Aurelio Martínez, en primer lugar, tras el tenso Patronato de la Fundación y Amadeo Salvo, después, en rueda de prensa, daban como “justas y satisfactorias” las pautas acordadas por todas las partes. Pero tampoco fue la vencida.
Días después de la puesta pública del presidente de la Fundación, Aurelio Martínez, y del presidente del Valencia, Amadeo Salvo, volvieron a aparecer grietas que cuarteaban y que, a su vez, provocaban goteras en un proceso demasiado magullado, azotado y enquistado. Salvo pensaba que el Valencia, como miembro fundamental del proceso, tenía que tener voz y voto en la decisión final. El ya anterior acuerdo fijaba una votación entre dos partes: Bankia con un voto y FVCF-VCF con otro voto de forma mancomunada. Con todo ello, el presidente del Valencia y el de la Fundación quisieron hacerle saber a la entidad bancaria que había que matizar ese consenso y volvieron a cambiar las piezas del tablero. La negativa del banco en una primera toma quedó subsanada el pasado fin de semana con la mediación de la Generalitat Valenciana. Finalmente el acuerdo ¿definitivo? contará con cuatro votos, ya que la propia Generalitat Valenciana también formará parte del proceso de venta. Así pues, Bankia, Fundación, Valencia CF y Generalitat Valenciana tendrán voz y voto a la hora de decidir quién será el próximo dueño de una entidad casi centenaria.
Desde un primer momento la Generalitat Valenciana ha querido mantenerse al margen del proceso de venta del club, pero las desavenencias entre los principales actores y el retraso del mismo han obligado al Gobierno Valenciano a entrar de lleno y mojarse. A coger las tijeras. Tanto es así que una de las condiciones sine quan non que puso Bankia para que finalmente el Valencia estuviese representado con un voto en la decisión final fue que también la GV formara parte. No querían verse en situación de inferioridad y, por ello, abogaron por la entrada del máximo organismo político de la Comunidad Valenciana para poder cerrar el nuevo acuerdo de consenso. Es sabido y conocido que tanto Bankia como la Generalitat van cogidos de la mano en este proceso de venta porque son los que más ganas tienen de que acabe este entuerto. Se está dilatando sobremanera en el tiempo y el desgaste está siendo morrocotudo. El banco ha de cobrar los 220 millones del crédito y el Consell quiere desvincularse de una vez por todas del aval que le podría obligar a pagar 85 millones del erario público. Además de recuperar los 4,8 que tuvo que pagar hace poco más de un año en concepto de intereses por los citados 85 millones de crédito que recibió de Bankia y que avaló a través del IVF (Instituto Valenciano de Finanzas). En la ampliación de capital de 2009, la Fundación solicitó este crédito para hacerse con el paquete mayoritario de acciones del Valencia CF (70,3 %) y para que no cayese el club en manos de “Dalport”. El aval del IVF es lo que hurga y aviva a que si no se acelera el proceso de venta tendría que ser la propia Generalitat quien pagara el crédito de los 85 millones. Demasiadas urgencias como para que el proceso viva en el retraso permanente.
Los hinchas siguen a la espera de conocer el destino del club | Getty Images
Sin nuevas viradas, el nuevo escenario arrancará con el vuelco de toda la información selecta e ilustre a la “Virtual Data Room”, aplicación informática que el Valencia utilizará para que los inversores potenciales conozcan pormenorizadamente las entrañas de la entidad. A partir de ese instante se contarán cuatro semanas para la recepción de las ofertas vinculantes (hasta el 25 de marzo). Seguidamente comenzará un proceso de tres semanas que se clausurará el martes 15 de abril. Será en ese instante cuando la Comisión Gestora elegirá las ofertas finalistas y las propondrá en el Patronato de la Fundación. Concluyentemente, una vez que el Patronato haya definido la oferta ganadora, se presentará ante los accionistas en una Junta General para su aprobación.
No caben más pausas, no tienen hueco más demoras, aplazamientos y tardanzas. El futuro del Valencia está en juego y esta vez ha de ser la definitiva. El club está en proceso de descomposición y necesita vitamina. La cura depende de encontrar la mejor medicina posible y, para ello, han de dejar de orinarse en el escudo. El tiempo apremia.
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