En mayo de 1983, en Bahía (Brasil), nacía un joven llamado Daniel en una familia muy humilde. Sin saberlo, sus padres acababan de dar vida a una de las mayores máquinas competitivas del mundo. Una persona capaz de llegar más arriba que nadie y todavía querer más. Sencillamente, Dani Alves.
Hace ya casi un año, escribía mi primer artículo para Sphera Sports. Como el novato, no podía permitirme el lujo de fallar, por lo que me incliné hacia una temática que, dentro de mi inexperiencia, consideraba que dominaba. Fue sobre Dani Alves, cómo no. Nueve meses después, aquí estoy de nuevo escribiendo sobre el brasileño. O más bien, aquí está el de nuevo.
A nivel personal, la etapa de oro que vivió Alves en el FC Barcelona y que lo llevó a ser considerado el mejor lateral derecho del mundo, me pilló entre los 9 y los 17 años, aproximadamente. Ya con el gusto por el Barça que me había inculcado mi abuelo, ver a Dani Alves recorrerse la banda derecha del Camp Nou como un avión era un deleite para mis ojos. Un espectáculo maravilloso de un jugador diferencial en un equipo arrollador. Y sé que no era el único que lo vivía así. Miles de culés (y aficionados al fútbol en general) disfrutaban de la samba brasileña de Alves. Cinco años después de su marcha, ha vuelto.
Es un regreso algo controvertido, principalmente por agentes externos al Barça. Lo cierto es que, que un jugador de 38 años regrese como jugador a un club de tanta jerarquía y exigencia (o eso se supone) como el Barcelona, es cuanto menos poco habitual. Pero desde dentro, creo que son pocas o ninguna las opiniones negativas que he leído acerca de esta operación. Hay que entender el contexto que está viviendo el Barcelona y una incorporación como Dani, más que a nivel futbolístico, aporta un empujón a nivel emocional que puede ser lo que necesita el club. Su regreso, sumado al de Xavi Hernández a la dirección técnica, es un subidón tanto para los jugadores como para la afición. Dos de las leyendas más grandes del club y piezas más que fundamentales de aquel Barça que todo culé quiere volver a ver, algo que ciertamente está muy lejos. Dani Alves es pura actitud y carácter, y la estrategia es contagiarlo en el vestuario.
Y voy más allá. También veo a Dani como un entrenador infiltrado. La experiencia que ha ido acumulando en una carrera tan larga y exitosa como la suya, facilita el hecho de que tenga mucho que enseñar a sus compañeros. Sin duda, el mayor beneficiado en este sentido será Sergiño Dest. Misma posición, condiciones similares… El estadounidense, más allá de la nueva competencia para su posición, debe estar encantado de poder recibir consejos del más grande.
A nivel futbolístico, creo que los aportes de Alves serán menores. Si bien sigue siendo un jugador más que válido, y aunque él diga que “soy eternamente joven”, los años no pasan en vano. Si alguien piensa que volará por la banda del Camp Nou como lo hacía en 2010, que se olvide. A su etapa en el fútbol brasileño, en el Sao Paulo, Alves llegó como un jugador de jerarquía absoluta y que se había comido el mundo. No tengo pruebas de ello, pero estoy casi convencido de que, nada más llegar, le preguntaron en qué posición quería jugar. Si hubiera dicho de portero, habría sido portero titular (no), pero más que de lateral, lo hemos podido ver en el medio campo, sobre todo de interior derecho y, en algunas ocasiones, incluso de extremo derecho, posición en la que empezó a jugar al fútbol. En Barcelona, creo que los minutos que jugará serán casi siempre desde el banquillo y, en cuanto a la posición, lo más lógico sería que de lateral debido a las carencias del equipo en esa zona tras la lesión de Dest. Pero sabe dios, quizá también le preguntaron en qué posición quería jugar y esta vez sí haya dicho de portero. Tras su paso por el PSG, experiencia como portero en partido oficial ya tiene, pues en una ocasión tuvo que sustituir a Kevin Trpp, al menos con los guantes puestos y bajo palos, porque su única intervención fue con la mirada.
Las opiniones son infinitas y, como suele ser habitual, no hay una verdad absoluta. Lo que sí es cierto es que alrededor de 11.000 personas acudieron al Camp Nou a la presentación de Dani Alves y no pararon de corear su nombre. Una escena que, sumada a la de la presentación de Xavi Hernández, demuestra que los aficionados del FC Barcelona están volviendo a creer, están ilusionados de nuevo y vislumbran la luz al final del túnel. Un túnel que está siendo duro y oscuro, pero del que tienen esperanzas de salir con vida, incluso mejorados. Un nuevo Barça está en construcción, disfrutemos del proceso.
Imagen de cabecera: FC Barcelona
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