Cualquier tiempo pasado fue mejor. Hay gente que abraza esa afirmación y vive con esa idea en la cabeza sin vacilar. Antes el fútbol era mejor, los futbolistas eran buenísimos e incluso llovía mejor. No lo sé. Lo que cada día me parece más claro es que la memoria nos suele jugar malas pasadas. Es un lobo con piel de cordero. Te miente constantemente. Tú te crees, de verdad, que todo era maravilloso pero los recuerdos suelen omitir las abyecciones que el destino te preparó.
Hace algo más de un año el fútbol se seguía jugando a puerta cerrada. Los hospitales seguían colapsando por el maldito virus y el balompié, que no es ajeno a la realidad, debía prohibir el acceso a los aficionados. De hecho, el Real Madrid-FC Barcelona de abril de 2021 se disputó en Valdebebas. Lo que jamás olvidaré, y ahí sí que no me fallará la memoria, es el microclima que había en la ciudad deportiva de los de la capital. Parecía Glasgow. Siempre, cuando los blancos jugaban como locales, acababa llegando un temporal de viento, lluvia y frío que trastornaba a cualquiera. Viendo el partido desde casa, con la mantita, sentías una gran seguridad.
Este fin de semana los dos mastodontes del balompié español, ahora sí en el Bernabéu y con público, volverán encontrarse. Ambos llegan con sensaciones completamente distintas: los de Ancelotti, campeones de Europa recientemente, tienen una idea muy consolidada. En cambio, los de Xavi Hernández, que habían ilusionado al socio culé, aterrizarán en la capital con el trauma europeo en la cabeza. Es lo que tiene el fútbol: lo que hace tres semanas era fabuloso puede ser hoy lo peor del mundo. Muchas veces los análisis de los expertos, y de muchos técnicos, dependen de si la pelota entra o no.
Ya sabéis, a las 16:15 tenéis una cita especial. A eso ya nos hemos acostumbrado. Con tal de agradar a los mercados internacionales, jugar por la noche no es una opción. Por lo menos los que vayan al estadio llegarán pronto a casa. No ocurrirá lo mismo con los que vayan al Betis-Almería.
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