Los árbitros han vuelto a convertirse en los protagonistas del fútbol. Poniendo énfasis en sus errores, han vuelto a salir a la palestra. Que si favorecen a unos, que si el nivel de los asistentes españoles es muy bajo, etc. Es un tema más complejo de lo que parece, puesto que se puede analizar desde diversas perspectivas. Pero una cosa es esencial: son humanos y se equivocan. Sí, están preparados y entrenados para hacer su trabajo. Pero también Messi, Cristiano o Sergio Ramos lo están para hacer el suyo y, a veces, fallan. Cobrando mucho más por su labor.
Evidentemente, los colegiados son profesionales que cobran su dinero por hacer su trabajo. Por lo tanto, se les debe exigir un nivel a la hora de ejercer. Están en una de las mejores ligas del mundo, en la máxima competición y, por lo tanto, deben estar a ese nivel. Sin embargo, cabe destacar que con los árbitros se comete una injusticia demasiado implantada en este país. Solemos criticar los errores, pero no alabar los aciertos. He podido ver muchos jugadores criticando una decisión arbitral, al igual que entrenadores y periodistas. Pero pocos he visto que hayan salido públicamente a decir que un árbitro lo había hecho bien o había tomado la decisión correcta. Es decir, no se aplauden apenas los aciertos, solo se critican los errores. Si aciertan, nos conformamos con decir que es su trabajo.
Esto no quita a que no se les puede criticar. Evidentemente, en un mundo en el que todos están observados bajo lupa, también los árbitros lo están. Si se equivocan, se puede remarcar, como se hace con el resto de profesionales. Otro tema a tratar es si hablamos sobre ayudas o si son imparciales, si hay segundas intenciones. Aquí entramos en un juego fuera del fútbol que, la verdad, no me gusta nada. Le quita demasiado encanto a este deporte. Pero este no es el tema que queremos tratar.
Clos Gómez en acción | Getty
Debido a las masivas críticas que en su día recibieron los colegiados, ahora se suelen penalizar los comentarios negativos que se vierten contra ellos. Ahora bien, en ocasiones, existe una hipersensibilidad preocupante. Porque hay críticas que están bien fundamentadas y hechas desde el respeto, pero que luego son penalizadas con sanciones importantes. A veces da la sensación que no se puede hablar de los árbitros si se han equivocado, que se debe aceptar que fallan y nada más. Y no debe ser eso, porque a todos nos pegan un toque de atención si no cumplimos en nuestro trabajo. Ni tanto, ni tan poco.
Pero creo que uno de los principales problemas que vierte esto, no lo acabamos de ver hasta que sucede. Ahora que los árbitros vuelven a estar en el foco de la noticia, se les mira mucho más con lupa. Y no siempre únicamente a los profesionales. Y es que estas críticas llegan también a los jóvenes que se preparan, o que tratan de hacerlo, para ser colegiados. He podido conocer de primera mano lo que han tenido que vivir algunos y, la verdad, es que es preocupante. Luego suceden agresiones por alguien que pierde los nervios y nos genera repulsa. Cuando muchas veces, sin darnos cuenta, somos nosotros mismos los que lo alimentamos.
Además, hay que tener en cuenta que, si añadimos presión a unos profesionales que ejercen un trabajo ya de por si complicado, la fórmula no saldrá bien. Bajo presión es difícil rendir. Y pese a que entrenan y se preparan para ello, llega un punto con el cual puede no ser fácil enfrentarse. Y sí, ya sé que es un tópico, pero dejémosles hacer su trabajo. Que no es nada fácil de hacer y se deben tomar decisiones en pocos segundos. Y sí se debe remarcar algo negativo, que se haga desde el respeto. Se puede criticar y se deben aceptar estas críticas cuando son constructivas o cuando no se está haciendo una buena labor. Pero siempre desde la tolerancia y con cabeza. Porque buscando vender polémica, al final se genera crispación y tensión. Y eso todos sabemos que no es bueno. Desde mi humilde punto de vista.