Roger Federer colgó la raqueta en una ceremonia que rozó el éxtasis. Con un O2 Arena de Londres abarrotado, acompañado de mitos del tenis y toda su familia, el tenista de Basilea se marchó para siempre del circuito profesional.
Roger, que quiso que su despedida fuera el último gran recuerdo para millones de aficionados de todo el mundo, se desvivió en su último choque, junto a Rafa Nadal como dupla, para que su legado caminara a la misma altura que lo ha sido su leyenda durante los últimos 24 años.
El suizo, exnúmero uno del mundo y 20 veces campeón de Grand Slam, se marchó con lágrimas en los ojos. Las mismas que brotaban en su palco donde dos figuras clave (sus dos entrenadores, Severin Luthi e Ivan Ljubicic) lo miraban con el mismo orgullo que sus padres.
Severin e Ivan han acompañado a Federer durante mucho tiempo, especialmente el primero de ellos. Ambos conocieron a Federer durante la adolescencia y se convirtieron en su sombra en los últimos años.
“Conocí a Roger en el Swiss Junior Championships cuando yo tenía 16 años. Él tenía 11. Recuerdo que había un tipo con un revés con una mano y pensé: ‘¿Por qué está jugando con un revés con una mano?’. Era tan pequeño y delgado…”, comenta Luthi en una reciente entrevista.
“Un par de años después, llegó al Centro Nacional de Tenis. Solo recuerdo a un chico sonriendo en el restaurante y no tenía idea de por qué estaba sonriendo. Tenía [una marca] en la cara porque creo que se había caído de una bicicleta la semana anterior. Pensé: ‘¿Quién es este tipo?’.
Pero Roger siempre quiso aprender. “Logró mucho, pero sabía que era importante mantener los pies en el suelo. Nunca debes pensar que lo sabes todo y siempre le gustó escuchar algo del exterior. Mucha gente me pregunta: ‘¿Qué le vas a decir a un tipo como Roger?’. Puedo decirte que estos tipos todavía quieren saber cosas todos los días. Siempre quieren seguir progresando”, asevera el suizos que, sin duda, se ha convertido en una figura clave en el staff del 8 veces ganador de Wimbledon.
Por su parte, Ivan Ljubicic, conoció a Federer mientas él también trababa de abrirse paso como jugador profesional. “Conocí a Roger cuando ambos jugábamos torneos Futures, cuando comenzábamos en el circuito. Yo tenía 17 años y él 15. Roger era un chico talentoso y emotivo”.
“Cuando me convertí en su entrenador en 2016, ya lo había conocido como rival. Competí contra él 16 veces durante mi carrera profesional y para mí lo más impresionante fue que no jugó dos de esos partidos de la misma forma táctica. Siempre traía algo nuevo a la pista y se aseguraba de que no tuvieras ninguna referencia de la que aprender”, señala Ljubicic.
El croata, ya como entrenador del suizo, pronto se dio cuenta de que Federer no era un jugador normal. “Cuando comencé a entrenar a Roger, me di cuenta de que la forma en que él piensa sobre el tenis es diferente a la de cualquier otra persona. Creo que esa fue la mayor diferencia, que tenía esta gran, gran bolsa de tácticas que sacaría cada vez que sintiera que las necesitaba”.
“Nunca le dije nada ni le pedí que hiciera algo distinto. En todo caso, él era el que quería hacer más. Visualmente, su juego parece fácil. Pero detrás de su elegancia y estilo había mucho trabajo duro”, comenta Ljubicic quien ha sido testigo de los últimos triunfos del de Basilea en los torneos de Grand Slam, especialmente el título en el Abierto de Australia 2017, especial para él.
“No recuerdo haber pasado nunca por las emociones que experimenté en Melbourne en 2017. Cuando compites, tienes cosas en la raqueta y las emociones son diferentes. Pero cuando estás sentado en el box, no puedes hacer nada más que gritar. A veces es más difícil emocionalmente sentarse y mirar que jugar. Ese fue un gran momento para mí personalmente, pero también para nosotros como equipo”, recuerda.
El secreto de Federer no solo residió en la magia y el talento innato con el que lució sus golpes en cualquier pista de tenis del mundo. Detrás hubo un esfuerzo y un equipo humano que lo acompañó en sus momentos más álgidos y en aquellos donde las fuerzas flaquearon. Federer ha sido un tenista único en la Historia pero, en la sombra, siempre lo guiaron quienes mejor lo conocían.
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