Paco LÓPEZ – En un año se pueden hacer muchas cosas, pero probablemente no tantas como el protagonista de este texto. DeAndre Yedlin es un prometedor jugador de 20 años. No es un tipo cualquiera, para empezar, ha llegado a la MLS antes de lo esperado -lo habitual es pasar varios años en la universidad y asentarse en la liga con 23 ó 24-. En el horizonte tiene un gran futuro, un potencial brutal pero mucho trabajo por hacer. De momento, su primer año de profesional ha sido digno de mención.
Yedlin es algo peculiar. En enero de 2013 firmó su primer contrato profesional con Seattle Sounders y ya comenzó a contar para el primer equipo, tras sus experiencias en Akron y la liga de desarrollo. Su potencia cuando arranca y su capacidad para influir de forma tan directa en el ataque siendo lateral derecho es algo extraño en Estados Unidos. Si tuviéramos que definir a DeAndre Yedlin en una palabra podríamos usar 'llamativo'.
Desde el mismo día de su debut me fue imposible quitar los ojos de él. Esa arrancada, ese carácter de central trasnochado en un lateral imberbe y una fuerza sorprendente para un jugador tan bajito… bueno y el plumero multicolor que lleva por peinado. Pese a lo estrafalario de su persona, DeAndre siempre ha vivido en la sombra. En su etapa universitaria su equipo arrollaba pero el protagonismo iba para Nagbe y Zakuani, en Seattle le ha pillado el temporal mediático de Dempsey -cuya llegada le hizo cambiar forzosamente de dorsal- y Martins, a eso hay que sumarle que en la selección Geoff Cameron ha sorprendido reconvirtiéndose en un lateral derecho de garantías.
Lo que más me gusta de DeAndre Yedlin es que aprende 'a palos'. Al contrario que muchos talentos precoces que saben tapar sus defectos a base de intuición, Yedlin se está convirtiendo en uno de los mejores jugadores estadounidenses de su generación gracias a equivocarse y rectificar. Desde el primer día la insultante línea defensiva de los Sounders le dejaba en evidencia, nadie le ayudaba y los equipos le buscaban. Él, lejos de amilanarse, comenzó a ganar en agresividad.
Con el paso de las semanas Yedlin dabe sensaciones cada día más positivas, llegó a anotar su primer gol en una noche histórica remontando a Tigres. Un jugador que comezaba a entender el juego. En pleno ascenso llegó el Mundial sub-20. Que la espalda de Yedlin puede ser un buen lugar para atacar ya se sabía, pero aquel día llegaron Jesé y Deulofeu. Yedlin sufrió una humillación mayúscula, sobrepasado de todas las maneras.
DeAndre Yedlin pugna un balón con Suso en el pasado Mundial Sub-20 | Getty
Lejos de hundirse, él despertó. Sus siguientes partidos fueron sensacionales y cubriendo su espalda con más solvencia. Los palos recibidos le hicieron más fuerte. Este rookie nacido en Seattle enfiló los últimos meses del año en su mejor momento. Su mejora fue más allá del terreno de juego, se supo líder del vestuario y fue aceptando el papel llegando a ser de los mejores jugadores de su equipo, debido a las incomparecencias de las estrellas en las jornadas decisivas.
Ahora, tras doce meses como profesional, Yedlin ha debutado con la selección. Klinsmann sabe que es pronto para llevarle al Mundial y más contra Portugal, Ghana y Alemania. Defensivamente le queda un mundo por crecer y ofensivamente debe mantenerse ahora que ya está más vigilado, pero él, tras pasar por su debut, Mundial sub-20, All-Star, Play-offs y la selección absoluta en un año, no es un jugador más. Él es DeAndre Yedlin.
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