Esteban GÓMEZ – Cualquier proyecto debe tener unos objetivos marcados previamente, debe tener unas metas, unas expectativas. A partir de ahí llegarán unas directrices marcadas, dentro de un camino, dentro de unos determinados parámetros, que se traducirán (más tarde o más temprano) en resultados, mejores o peores.
Un club de fútbol, evidentemente, debe tomar anualmente, o por temporadas, decisiones, tanto a nivel deportivo como económico. Unas veces se tomarán las correctas, otras no tendrán los resultados esperados y quizás incluso algunas se traduzcan en fracasos absolutos. Cuando mayor sea el objetivo, mayor esfuerzo supondrá, y al contrario.
El Manchester United fue protagonista el pasado verano, durante el mercado de fichajes, ya que sonaron decenas de nombres futuribles para reforzar la plantilla y finalmente llegó un futbolista que para nada solucionaba su vacante vital. Fellaini fue el elegido, y su rendimiento, lejos de ser la solución, ni siquiera ha cumplido sus expectactivas, por lesión. Sin embargo, dicen, el hombre es el único animal que cae dos veces con la misma piedra, y ahí entra en acción de nuevo el conjunto de Old Trafford.
Tras fallar en su intento por reforzar el centro del campo, volvieron los rumores en el mercado de Enero. Los nombres de futbolistas volvían a surgir de la nada, pero siempre con un origen en torno al Teatro de los Sueños. ¿Brujería? No. El Manchester United activaba de nuevo la "operación mediocentro". El centro del campo de los Red Devils, lejos de mostrar un buen nivel, ha sido una de las principales causas (junto a varias lesiones relevantes) del mal rendimiento del equipo en esta presente temporada 2013/14.
La marcha de Paul Scholes (quien ya había vuelto tras una primera retirada) ha dejado un hueco espacial que, a simple vista, parece infinito. El Manchester United necesita un creador, un mediocentro organizativo. Sin embargo, como ocurrió en verano, llegó un futbolista destacado, que generaba ilusión a la grada, que suponía un golpe sobre la mesa del mercado, pero que, pese a todo ello, no solventa las necesidades.
Juan Mata, quien no tenía minutos en el Chelsea, se convertía en nuevo jugador del equipo de Manchester, generando centenares de titulares, expectativas a la altura de un traspaso de su magnitud y evidentemente, regenerando el factor ilusión en una afición que lleva meses de decepciones.
Sin embargo, mismo error, mismo tropiezo. Juan Mata no es la solución a los problemas del equipo. El mediapunta español no es el centrocampista organizador que necesita el club, no es el mediocentro organizador que se convierta en el vínculo ideal entre defensa y ataque. Mata es un excelente jugador, que se desenvuelve como pez en el agua en los metros finales, cerca del área. Pero para que a él le lleguen balones debe haber una pieza que encaje perfectamente, y es donde el Manchester United, una vez más, ha vuelto a errar.
Todo aficionado que aprecie el mundo del fúbol, que sienta cierto sentimiento hacia el fútbol inglés, encuentra en el club de Old Trafford un selecto menú futbolístico formado por Rooney, van Persie, Mata y Januzaj. Un selecto grupo de futbolistas que, sin duda, atraerán muchas miradas, muchos focos, pero que, como quedó claro en el Britannia Stadium, no es la solución vital.
El Manchester United tiene una rueda pinchada. Las llegadas de jugadores como Fellaini en verano y, ahora, Juan Mata, son dos parches de cara a la galería. El pinchazo parecerá arreglado, la gente olvidará la avería, pero la rueda seguirá dañada, y más tarde o más temprano acabará volviendo a pincharse, como ocurrió en la derrota por 2-1 frente al Stoke City.
Erraron en verano, y vuelven a hacerlo ahora. Un club poderoso a nivel económico, con una exitosa y larga trayectoria, que sin embargo no parece saber utilizar sus recursos tras la marcha de Sir Alex Ferguson del banquillo local de Old Trafford.
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