Bajo una contradicción entre titulares y frases que se entonaban en ruedas de prensa, Charles Joseph John Hart ha sido el gran damnificado de la portería del Manchester City. Así le empatizo, con el corazón roto, sin hallarse importante en un club en el que se sentía amado, llegando a otro lugar sujetando sus maletas tras oír la llamada de la salida.
Eligió ser portero, aquella posición difícil que convive con la soledad y con la facilidad de ser el señalado. Ya se sabe, cuando se encaja un gol, el primer análisis que se genera verbalmente recae sobre si el guardameta pudo hacer más, si ha cantado, si tuvo dudas en la salida o si no resguardó bien su palo.
Aquella función que en tantas ocasiones te hace celebrar un gol o maldecir un resultado sin una mirada de complicidad cercana. Ser arquero es un cometido transcendental que puede considerarse poco agradecido.
Quizás es pertinente recordar que solamente una edición del Balón de Oro terminó en los guantes de látex de un portero, en 1963, con Lev Yashin.
Hart logró ese sueño que debió nacer en un niño que decide ser portero.
Se inició en la Segunda División con 16 años, defendiendo la camiseta del Shrewsbury Town. Tres años más tarde llegaría al Manchester City, pero viviría tres cesiones: en Tranmere Rovers, Blackpool FC y Birmingham City. En 2010 regresó al club citizen y se ganó la titularidad frente a Shay Given.
En estos seis años su palmares ha sumado dos Premier League, dos Copas de la Liga, una FA Cup y una Community Shield. Además, Joe consiguió en cuatro ocasiones el Guante de Oro.
Poco a poco ha parecido que Hart se consolidaba para romper la maldición de los porteros ingleses. Considerado en algunas ediciones como el mejor de la Premier y dispuesto a entrar en la lucha del ranking que clasifica a los mejores del mundo.
Son muchas las atajadas que podemos recordar de un portero al que su altura da ventaja, que se estira para intentar llegar con sus zarpas de gato, con grandes reflejos y muy hábil en el uno contra uno. Con firmeza y manteniendo la visión intacta en el balón. Hart lo entrega todo para bloquear el cuero. Capaz de parar un penalti al mismísimo Ibra, bloquear a Pepe con su abdomen o dejarse la cara, a parte del alma, frente al Crystal Palace.
Pero nada de lo que Hart logró, ni su contrato hasta 2019, fue suficiente para convencer a la que se vaticina como la nueva era del City.
La Eurocopa también se volvió en su contra con una eliminatoria en octavos de final a manos de la revelación islandesa. Un tempranero adiós frente a un rival que, a priori, apuntaba a ser más débil, y que la prensa del propio país de las cabinas rojas y los taxis negros se encargo de nombrar, sin pararse a tomar un té, como humillante y vergonzoso.
A principios de Julio, el club de los Sky Blues presentaba al nuevo icono de la entidad, Pep Guardiola. Una presentación a lo grande, al más puro estilo del fútbol moderno, con la gran expectación de un público que depositó tanta ilusión en este fichaje, y dónde todo transcurría en un escenario que lucía el lema de lo que comienza.
Los rumores ya se encargaron de dar el preaviso. Joe Hart no era del gusto del de Santpedor. Pep busca un portero que pueda convertirse en el jugador número once a través de sus pies. Y poco o nada se le puede juzgar a un hombre que supo hacer del fútbol un auténtico deleite para todos los sentidos. Aquel juego de ensueño que regala imágenes perfectas, suena como un afinado violín, huele a aire de primavera, tiene un tacto de suave terciopelo y sabe a gloria.
Tanta es mi admiración que no podría mencionar ninguna letra más alta que otra tratándose de él. Pero no puedo negar, con la pasión que me define, que me hubiera cautivado que Guardiola convirtiera los méritos de Joe Hart en el hombre que buscaba, que se hubiera enmendado la tarea de bautizar bajo palos al joven de Shrewsbury.
Está claro, nos encontramos ante un nuevo proyecto donde ha cambiado hasta el escudo. Ningún emblema es suficientemente sagrado como para permanecer en la eternidad.
Y aunque Pep dijo que podía quedarse para aprender, el dolor de Joe ante el desencuentro ha sido evidente. No estaba preparado para dejar de gustar, para que sus características no fueran las necesarias.
Guardiola justificó la suplencia en el debut de Premier por la confianza que le transmite la experiencia de Willy Caballero, y por su trabajo en pretemporada. Y aunque se cobijó bajo la afirmación de que nunca juega con el mismo once y que deberían luchar por la titularidad, a Hart ese reemplazo le abatió como un jarro de agua fría, o más bien, helada.
No sabremos que se cuentan en los despachos, en las paredes frías y sombrías de un vestuario que queda lejos del césped, donde los vocablos quedan presos en gotas que forma la humedad y el aire se lleva. Sí sabemos que, a pesar del amor que la afición ha mostrado, Hart ha visto como sus planes se han quebrado en mil pedazos. Aquel futuro inmediato que daba por hecho son sólo las trizas que envuelven recuerdos que han sido obligados a transformarse en pasado.
Claudio Bravo salía del F.C. Barcelona, con una partida de la que todavía tengo la extraña sensación de que fue fugaz, sin dejar paso a un reconocido agradecimiento de las gradas azulgranas. Mientras, la brecha que separaba a “Iron Claw” y a los citizens se agrandó de manera apresurada.
Las posibles novias salieron a la calle en busca del chico que mide casi dos metros. Coquetas, mirando en su armario para convencer con sus mejores guindas. Sevilla, Everton, Dortmund o Liverpool. A lo que también se sumó el Sunderland de David Moyes, con la lesión de Vito Mannone, que apunta a tres meses de baja. Pero Koeman afirmó no tener interés y, con otros, la ficha encabezó ese handicap que concluía con la posibilidad.
Sin embargo, rozando la fecha final del fin de mercado, el club que juega el “Derby della Mole” frente al vigente campeón de la Serie A, es quien ha conseguido convencerlo para esa primera cita. Los medios indican que Joe Hart, que sí ha sido llamado por el nuevo seleccionador de Inglaterra, ha abandonado la concentración para pasar la revisión médica durante el día de hoy y anunciar en las próximas horas el fichaje.
Joe ya no estará bajo el larguero del Etihad Stadium. Su cesión al Torino le ha puesto rumbo a Piemonte. Allí, en el norte de Italia.
En una operación que escenifica maniobras de tres clubes: el City de Guardiola ya tiene al chileno que supera a Hart en todas las estadísticas de paradas y aciertos en el pase. Claudio Bravo ha puesto fin a la incertidumbre de su titularidad, entrando en un nuevo proyecto. Ter Stegen ha confirmado ser el cancerbero indiscutible de la portería azulgrana jugando, entre otras, con la ventaja de su edad. Y el Torino satisface la petición de Mihajlovic con la llegada del portero proveniente de Manchester.
Y a mí, lo que más me pesa, es el desenlace de Joe Hart. Esta historia que es sinónimo de que nunca deben bajarse los brazos, dar nada por hecho ni confiar nuestro destino. El relato de un referente que no estaba listo para vivir un adiós.
Tiene un nuevo amor, pero le rechazó aquel que le juró tanto.
Sonarán de nuevo los halagos, y la ilusión se expresará entre otras sonrisas que dibujarán los rostros de una nueva afición. Tintinearán con la solidez del metal las notas de un himno que pronuncia una nueva historia. Aquella en la que Joe Hart dejó de ser goalkeeper para ser portiere. La que deseo que le mantenga en un nivel alto para que, con el tiempo, pueda a volver a encontrarse en la alineación de un equipo que pelea por lo más alto. Que confirme que Inglaterra tiene un gran portero para defender los tres palos con el corazón y sus tenazas de acero. ¡Mucha suerte, Joe!
Editora en SpheraSports. Especialista en Scouting y análisis de juego por MBPSchool. Sport Social Media. Eventos Deportivos
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