España cerró hoy una década mágica de su baloncesto con la conquista de su tercera medalla olímpica consecutiva, un bronce por el que tuvo que pelear hasta el último segundo y que logró con una victoria por 89-88 ante Australia. Con su tercer puesto en los Juegos de Río de Janeiro, el equipo dirigido por Sergio Scariolo y liderado por Pau Gasol suma una nueva presea a las platas que había logrado en Pekín 2008 y Londres 2012.
El duelo representó el casi seguro adiós a los Juegos de una generación que dejó una huella imborrable en el baloncesto español: para jugadores como Gasol, Juan Carlos Navarro, José Manuel Calderón o Felipe Reyes fue seguramente su última participación en una aventura olímpica. Sin embargo, ninguna de las leyendas vivas del equipo español se animó a hablar de un retiro definitivo del combinado nacional.
«Yo amo jugar para mi selección. Siento algo especial cuando uso esta camiseta, algo único. Me gustaría decir que voy a estar aquí lo más que pueda, pero también me estoy poniendo mas viejo y en algún momento no podré seguir jugando. Cuando llegue ese momento, será muy duro, pero habrá que aceptarlo». Pau Gasol.
España le dio un cierre soñado a un torneo en el que tuvo que padecer demasiados sufrimientos desde sus inicios: desde la baja de una figura clave como Marc Gasol, que no se recuperó a tiempo de una fractura del pie derecho, hasta las dos derrotas en los primeros partidos del certamen, ante Croacia y Brasil. El conjunto español volvió a sumar una medalla y, desde aquel Mundial ganado en Japón 2006, logró colocarse así en nueve podios de los 11 grandes torneos disputados (Copas del Mundo, Juegos Olímpicos y Campeonatos Europeos).
«Todo el deporte español le debe mucho a los jugadores veteranos de este equipo. Han cambiado la forma de ver el deporte de élite en nuestro país. Lo digo porque cuando llegué a España me encontré con un nivel de calidad muy alto y un nivel de competitividad muy bajo. Dada su profesionalidad, han sabido cultivar la ambición y la autoexigencia de una forma contagiosa», Sergio Scariolo.
Por su lado, los oceánicos dieron pelea hasta el final contra el último campeón europeo, pero no pudieron colgarse la primera medalla de su historia en unos Juegos. En un duelo marcado por la enorme intensidad física y un buen porcentaje de anotación desde ambos lados, Gasol volvió a ser la estrella de su equipo, con 31 tantos y 11 rebotes. Por el lado de los «aussies», el base Patty Mills brilló con 30 puntos.
Después de mantenerse en un margen de seis puntos de diferencia durante los últimos tres cuartos, el choque se resolvió en los segundos finales con dos jugadas clave: a falta de cinco segundos y con un resultado a favor de Australia de 88-87, los árbitros cobraron una falta sobre Sergio Rodríguez, para que el propio base se encargara de establecer el 89-88.
En la última posesión de Australia, fue clave el papel de la defensa española, que le arañó la pelota a su rival y ni siquiera le dio la posibilidad de hacer un último lanzamiento. «Fue emblemático que hayamos ganado esta medalla con nuestra defensa. Todos hicieron bien su tarea y demostramos que este equipo es más fuerte por lo que le impide hacer a los rivales que por su capacidad de anotación», analizó Scariolo.
Una vez finalizado el encuentro, todos los jugadores españoles se lanzaron sobre la mitad de la cancha del Arena Carioca 1 en medio de lágrimas y un sentimiento de emoción profundo. Era la tercera medalla olímpica al hilo y el final en unos Juegos para una generación que cambió la manera de entender el deporte de todo un país.
«No me gustaría hablar de legado porque estos jugadores siguen allí. De lo que mejor han sido capaces los veteranos es de comunicarse con los más jovenes. No importa quién eres en tu club, cuál sea tu rol en el club. Cuando vienes a la selección, tienes que ser capaz de asumir que tu rol será inferior al de tu club y convertirte en lo que se dice un verdadero jugador de equipo», sentenció el entrenador del ganador de la medalla de bronce.
(DPA)