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Él está orgulloso

Cuando Nani marcó el segundo gol en las semifinales de la Eurocopa millones de lágrimas se agolparon en los ojos de los galeses. Sabían que la remontada era utópica, que la aventura de los de Chris Coleman iba a finalizar en Lyon. Y tenían razón. Ni Bale pudo salvar a los de las Islas, que lo intentaron con todo. Pero había tres millones y medio de paisanos que se sentían orgullosos porque, en su primera gran competición europea, habían hecho temblar a muchos. Pero de esos tres millones y medio hay que sumarle uno más. Gary Speed, desde el cielo, sonreía sabiendo que él también era culpable de esta locura.

Todo comenzó en febrero de 2011. Speed cogió su selección, era el sueño de su vida, con una reputación bastante pobre. Y las cosas iban a peor. En su primer partido perdió frente a Eire 3-0 y su decisión de poner de capitán a un joven Ramsey –tenía 20 años- fue muy criticada.  Tras una nueva derrota frente a Inglaterra los dragones en el ranking Fifa cayeron hasta la posición número 117, la más baja en su historia. Pero todo cambió. Una gran racha de victorias puso a los galeses en el puesto 45 pero, desgraciadamente, su guía ya no estaba entre ellos. Todo se oscureció para siempre.

 

El 26 de noviembre de 2011 parecía un día cualquiera en el seno familiar. El padre, como gran jugador que fue en sus tiempos, visitó la BBC para comentar un partido del Manchester United. Quizás el seleccionador sabía que iba a ser uno de los últimos encuentros que iba a vivir. La mañana siguiente fue encontrado en el garaje de su casa ahorcado sin ningún signo de violencia. La noticia provocó un gran revuelo. En una temporada en la que se hablaba del gran nivel y competitividad que tenía el campeonato –el City le ganó la liga al United en el descuento del partido final- el fútbol recibía una de esas noticias que hunden. Y atrás dejaba a unos padres, a una mujer y a sus dos pequeños. Nadie encontraba respuesta a nada. Quizás solo la tenía él y, como decía Groucho Marx, a lo mejor lo tenía demasiado dentro para exponerlo al mundo.

Aquel pequeño sueño que tenía lo continuó Chris Coleman un trotamundos que puso a the dragons en Francia y solo Portugal pudo acabar con él. Pero su gente, en cada partido, cantó por Gary Speed. Y todavía reconocen por las calles a su padre, Roger, que sabe lo emocionado que está su hijo aunque ya no esté aquí. Y, quizás, si se vuelven a reunir algún día recordarán la noche de Lyon con orgullo. Cuando Gales estaba entre los cuatro mejores de Europa.

 

Martorell (Barcelona), 1996. Periodista freelance. Amante del fútbol y loco por la Premier League. En mis ratos libres intento practicarlo.

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