Alejandro CENTELLAS – El Real Madrid juega los partidos en el Bernabéu con la naturalidad con la que se mueve un león en la sabana. Se siente líder de la manada y comprende que el resto de la fauna le teme. Algunos se atreven a sacar los dientes, pero salvo sorpresa es capaz de liquidar a un rival con zarpazos relámpago. Sin la necesidad de tener los astros alineados ni actuaciones perfectas, va puliendo los partidos con vital contundencia. Y no crean que esto ha sido una constante en esta Liga. Las inquietudes se han ido solventando con el paso del tiempo como las tormentas de verano. Por ahora, el cielo es azul y limpio para el equipo blanco.
Gran culpa de ello la tiene Ancelotti. Con la pose y la actitud de diplomático pero con el látigo en el bolsillo ha ido encajando piezas sin hacer mucho ruido, sin levantar sospechas. Ha redescubierto a Di María casi de manera accidental, con la física en contra. La hiperactividad de El Fideo desmonta la teoría de los centrocampistas con sangre de hielo, capaces de manejar partidos en una baldosa. Ancelotti Ha conseguido mantener las virtudes naturales del argentino introduciendo un esfuerzo defensivo que equilibra notablemente al equipo. De acomodarse sus partes nobles a acomodarse en los corazones del noble respetable. El fútbol sin paradojas sería menos fútbol.
Casi como una extensión de la vitalidad de Di María, el Real Madrid presionó al Levante como pocas veces se ha visto. Ya fuera por la oportunidad de ponerse más líderes con los favores venidos desde Pucela; ya fuera por la ambición desbordante de un equipo que se siente lanzado hacia la gloria, el caso es que robar el balón en zona de ataque fue un objetivo casi enfermizo. Fue un golpe para el Levante, que se debatió entre traicionar al juego de balón o retirarse a trincheras. Elegir a papá o mamá. Y al quedarse en tierra de nadie, dio alas a la creatividad del Real Madrid, que aprovechó un córner y una levitación de Cristiano para abrir el marcador a los 10 minutos. El portugués remató ajustado a la portería de Keylor Navas, consciente de que le marcaba gol al portero más valorado de la Liga. Eterno carácter competitivo del siete.
El Levante no consiguió erguirse en ninguna fase del encuentro. Cuando robaba el balón lo hacía con un horizonte tan poco sombrío que el único remedio era servirle balones a Barral, cuya misión era pelear contra Varane y Sergio Ramos. Demasiada poca fe para tanto inquisidor. El objetivo de Caparrós por mostrar una digna imagen se consiguió hasta cierto punto. Tuvo que superar dos golpes letales antes de retirarse con la cabeza alta: la expulsión de David Navarro y el gol de Marcelo. Si la roja a uno de sus jugadores fue protestada de manera impetuosa por considerarla rigurosa (antes Ivanschitz debió ser expulsado por una tremenda entrada a Varane), el gol de Marcelo lo asimiló como el golpe definitivo que en algún momento debía llegar. Todos los equipos en el Bernabéu esperan el K.O, aunque algunos resistan más.
David Navarro fue expulsado en el Santiago Bernabéu | Getty Images
Con todas las probabilidades definidas a favor del Real Madrid, el partido transcurrió en el terreno de lo previsible. El Madrid se dejó llevar con el viento a favor y los jugadores del Levante contaban con los dedos el paso de los minutos. Pero antes de todo eso, para certificar lo visto durante todo el partido, Karabelas decidió hacerse un hueco en las páginas anecdóticas del Bernabéu. El centro de Marcelo superó a los delanteros, los encargados principales de marcar gol, y cuando parecía que la jugada llegaba a su fin sin más complicaciones, surgió Karabelas para definir a la perfección. El único “pero” fue la portería en la que marcó; por lo demás, definición exquisita. Golpe mortal al partido y al Levante, que despejó sus dudas por si en algún momento soñaron con remontar. La nota negativa, justo al final del partido, la puso Carvajal, que cayó fulminado al césped con gestos de dolor preocupantes.
El Real Madrid continúa quemando etapas en su ascenso al título, que a cada partido se vislumbra más cercano. En los partidos del Bernabéu, la victoria del Madrid se da casi por sentada, con mayor o menor dificultad. En el encuentro de hoy, la intensidad del conjunto blanco consolidó su superioridad en el terreno de juego, tapando las dudas que en fases de la temporada surgieron en torno al equipo. El Levante salió con la imagen intacta, con la cabeza alta y tres goles en el saco. Otra visita al dentista superada, como ya dijo su técnico Caparrós. Al final eso es lo que les queda a los equipos visitantes: pasar sin muchos apuros esquivando a las fieras blancas, a un Real Madrid que vive feliz porque su alrededor, el mundo interior y exterior, les sonríe para seguir a la cabeza de la Liga.
Periodismo en la UCM por vocación, pasión y convicción. Me dejan escribir en @MadridSportsEs y @SpheraSports. Librópata y curioso por defecto.
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