José GAVILÁN – A final de temporada, Carles Puyol abandonará el FC Barcelona y, presumibilmente, el fútbol que cuenta. Todo el mundo balompédico se ha volcado para rendir honor al capitán culé: sus compañeros le agradecen haber sido su mentor y los rivales aplauden su calidad, dentro y fuera del campo.
De todas las victorias, trofeos y momentos vividos por este central, aquel gol en semifinales de la Copa del Mundo 2010 en Sudáfrica quedará por siempre en la memoria de todos los españoles. Un gol esencial que sirvió para tocar el cielo días después pero que supuso el fin del sueño alemán.
Por todo esto, hemos querido aprovechar la situación para recrear lo que podría ser el sentimiento de un rival, uno en particular, al que Puyol le marcó la carrera.
Desde aquella noche me cuesta conciliar el sueño. A veces, me despierto de madrugada desvelado por aquella pesadilla que mi mente aún no quiere liberar. Hace ya casi cuatro años desde que aquel tipo se alzó por encima del resto, cual león hambriento en busca de su presa. No olvido aquella imagen, no sé si algún día lo conseguiré.
El escenario era precioso. Durban vivía uno de esos días que nunca olvidará. El ambiente desde por la mañana, fabuloso. Color, música, pasión, aires de revancha, deseos de gloria, nervios. Todo ello se respiraba en Durban con tan solo un suspiro. El estadio no podía ser más bonito. Aquel enorme arco cruzaba de norte a sur todo el recinto. Además, hasta que llegaron los aficionados, se podía escuchar claramente el sonido del mar, algo que al menos, relajaba y compensaba el sonido de las insoportables vuvuzelas.
Todos aquellos recuerdos parecían imborrables. Mientras vivía ese momento, sabía que nunca podría olvidarme de ciertas estampas. Pero algo cambió. El día había sido demasiado perfecto. Desgraciadamente, todo lo vivido hasta aquel minuto, se borró automáticamente.
Xavi se disponía a sacar un córner. No tenía miedo. Nosotros, los alemanes, le sacábamos dos o tres cabezas a los españoles. Khedira, Friedrich, Klose, Mertesacker, Jansen…todos eran más altos que los de rojo. Minuto 73, nunca lo olvidaré. Cuando Xavi tocó aquel balón sabía que algo iba a ir mal. "¡Atentos a Ramos y Piqué!", grité. No esperaba lo que pasó.
Una melena rizada. Esa es mi pesadilla desde aquel momento, una melena rizada. Creía que tenía a los mejores por arriba, creía que teníamos controlados a los más peligrosos de ellos, no fue así. Por encima de todos se alzó aquel tipo. Ya me habían avisado que era un hombre duro, un guerrero, un muro casi infranqueable. Advertí a Miro y a Mario, pero nadie me advirtió a mí. Carles Puyol se llamaba el dueño de aquella melena, seguro que aún la lleva, no lo puedo imaginar sin ella. No era muy alto, no parecía que llegaría, creo que ni siquiera el sabía que podría alcanzar el balón, pero lo hizo, no me preguntes cómo, pero lo hizo. Acabó con todo. Los recuerdos bonitos que tenía de aquel día se fueron al traste a partir del minuto 73. Hasta hoy, mi recuerdo de África es el de una melena, y no precisamente la melena de un león.
Hoy me he enterado de que aquel jugador, Carles Puyol, ya no jugará más con España. Respiro tranquilo. Esperaba encontrármelo de nuevo en Brasil y mi cabeza no paraba de repetir una y otra vez aquella pesadilla. Desde hoy, sabiendo que "el melenas" no estará allí, empiezo a olvidar los malos recuerdos y vuelvo a vivir los momentos más bonitos de África. Me ayudará a llegar más tranquilo al próximo Mundial.
Quizás, a partir de ahora, sabiendo que nunca más me volveré a encontrar con aquella melena, pueda dormir más tranquilo. Quizás, vuelva a soñar con conseguir el Mundial con Alemania. Quizás pueda volver a África y ver un león en la sabana sin que aquella melena rizada, me venga a la mente. Quizás, nunca más volveré a tener miedo.
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Manuel Neuer
Portero de la Selección Alemana de fútbol
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