Los saques de banda, único momento en el que los jugadores de campo pueden tocar la pelota con la mano durante el transcurso de un partido, nunca fueron tan importantes en un equipo en toda la historia de la Premier League como la que recibió Rory Delap y aquel Stoke que era insólito en la élite inglesa.
Los Potters, a diferencia del nuevo estilo de Mark Hughes de posesión, basaban su juego en balones largos donde las caídas eran imprescindibles y cada jugada a balón parado era perfume de gol. Pero a la ya sabida afición en las islas por conseguir un córner, Tony Pulis, creador de ese equipo que ascendió y actual entrenador del West Bromwich Albion, vio a Delap en un entrenamiento sacar con mucha fuerza. Tanta, que podía llegar desde el medio del campo al área rival. Con ese factor y con las armas tan bien conocidas como Shawcross, Fuller, Huth –entre otros- decidió comenzar a practicar servicios desde la banda. Y no le fue mal.
Delap, que había sido lanzador de jabalina en sus días previos a darle patadas al cuero, nunca fue un mediocentro que enamorara con su toque, pero a base de defender y luchar en una plantilla de poca calidad se convirtió en un fijo por las asistencias que podía crear cada jornada. Nunca marcaba, ya que desde la línea de cal no se puede conseguir gol directamente, pero su aportación era vital.
Asimismo, el técnico galés tras la decaída de su “sacador oficial” consiguió ascender desde la cantera otro hombre que pudiera desempañar la curiosa función de Delap. Desde las categorías inferiores apareció Ryan Shotton, que igual no tenía la fuerza de su predecesor, pero también creó muchísimas ocasiones y alegrías. Su aparición provocó hilaridad desde algunos sectores, ya que se llegó a decir que en la academia del club se practicaba más el servicio de los costados que rasear el balón. Este bello deporte sigue sorprendiéndonos ya que al final, lo más bonito, es que se puede jugar de muchas formas.