El periodismo deportivo siempre ha recurrido a diferentes campos semánticos para enriquecer y amenizar sus crónicas. El eclecticismo que caracteriza al léxico del deporte, una realidad especialmente destacada en el caso del fútbol, ha hecho que históricamente los relatos periodísticos sobre partidos y competiciones hayan incorporado hasta naturalizar palabras y expresiones consolidadas en otros ámbitos, como el campo bélico o también el taurino.
El lenguaje de los toros, pese a ser especializado, se ha desarrollado dentro de la lengua española de forma paralela a través de metáforas y otros usos periodísticos y literarios hasta pasar a formar parte de la lengua común; sus términos sirven hoy para describir un sinfín de actividades y situaciones de la vida cotidiana. Así, en su sentido figurado, el lenguaje de los toros es perfectamente comprensible para hispanohablantes que en muchos casos no entienden de tauromaquia pero lo emplean casi sin darse cuenta de ello, sin saber que el origen de todo eso que han dicho está en la fiesta. Lo han integrado con normalidad en su discurso, sea de la especialidad que sea, como también ocurre en el fútbol.
Por ello, llegados a este punto, no es extraño leer y escuchar que nos espera un final de Liga de aúpa («los de aúpa» se referían antiguamente a los picadores), en un mano a mano (corridas con solo dos toreros) en el que unos y otros tratarán de apretarse los machos, coger al toro por los cuernos (enfrentarse resueltamente con una dificultad) – ya no es momento de ver los toros desde la barrera– y rematar la faena tras una larga temporada.
Y aunque a estas alturas de campeonato todas las plazas son difíciles de lidiar, los que se juegan el título no pueden permitirse pinchar en hueso. En estadios hasta la bandera (si en las corridas había lleno, algunos espectadores se ubicaban en la bandera o tejados de la plaza) y con el cartel colgado de ‘no hay billetes’, los jugadores tendrán que capear la tensión y momentos de dificultad para sobreponerse y buscar una victoria que les dé el título y suponga dar la puntilla al eterno rival.
Se trata de hacer un último esfuerzo, aunque haya jugadores que físicamente estén para el arrastre (tras el estoque, el toro es arrastrado por las mulillas). Incluso cabe la posibilidad de que un tercero esté al quite y les pueda echar una mano para ganar, ser sacados a hombros y salir por la puerta grande. A toro pasado, como siempre, tocará analizar los porqués de la victoria y de la derrota.