Minuto 90 y falta al borde del área, el villano que fue silbado a su entrada al campo, tiene ahora sobre sus botas el poder de decisión. Ahora sí, Mestalla entre dubitativos de silencio y resquemor, corea suavemente su nombre. La falta que viaja cerca del palo, agota las opciones del Valencia. Ocurrió en la vuelta de los cuartos de final de la Europa League frente al Bilbao y solo así se puede entender a Parejo, su relación con Mestalla y la discrepancia que desata un hombre sin alma, un tesoro sin cabeza o un puedo y no quiero.
Es un pecho frío desde que nació. Con un carácter no muy cercano, más bien distante. Es un flaco valiente que no exterioriza en su cara muchas emociones. Don Alfredo Di Stefano y sus palabras, a un joven tímido, realzaron su figura por encima de los de su edad, algo que no ayudó al joven en busca de un fútbol mejor. De Valdebebas tuvo que marchar a Inglaterra, para convertirse en un tipo duro, de los que juegan en el barro con y sin tacos. Pero esa escapada no ayudó en su formación. A su retorno a la capital, dos años le bastaron en Getafe para dar el salto a un equipo de gran nivel.
Desde su llegada a Valencia hasta el día de hoy, Parejo ha rendido pero no ha triunfado, ha gustado pero no ha encantado. En estas condiciones, el brazalete que se ganó con su juego y sudor ha sido el precio a pagar ante esa falsa mediocridad que aparenta. Con balón, igual te tira el caño con 3-0 a favor y en área rival que con 1-2 y en la zona caliente. Así se ha ganado, el corazón partido de un ferviente Mestalla, que unos días aplaude y otros día te mata. Un tipo que en ocasiones, ha desaparecido o se ha desentendido, entendieron que por capacidades de liderazgo no podía ser capitán del Valencia. En su lugar, Alcácer y Negredo, capitanes de este Valencia mientras Parejo asumía en silencio.
Cuando más cerca parece su marcha, cuando parte del valencianismo silba y otros aplauden que el brazalete deje de relucir en el brazo del de Coslada. El Parejismo entiende que pocos hay como él. En su categoría de pecho fría u hombre sin alma, no hay nada mejor para entender su fútbol que su personalidad. Entonces, uno entiende que su calidad es una capacidad innata y descontrolada.
Y con los años, guste o no siempre ha estado mejor que en la anterior, en cuánto a números se refiere. Va camino de ser su mejor temporada anotadora y ha igualado a David Villa como mejor lanzador de faltas valencianista del Siglo XXI. Con sus 3 libres directo esta temporada, iguala a Messi, como mejor especialista en el sector. Aquí o lejos de Mestalla, seguirá siendo silbado y aplaudido a partes iguales, nunca encontrará la totalidad como su fútbol hace y rehace. Un flaco tímido y desangelado, con una derecha que es un tesoro y siempre le han faltado ganas de triunfar. Lástima que para unos sea suficiente y para otros la nada en su totalidad. Nunca se podrá ser objetivo con Daniel.