Daniel Fernández Pacheco | Temporada 2008-2009. El Hull City, por primera vez en sus 104 años de historia, aterrizaba en la Premier League rodeado de los mejores jets de Europa. Los de Phil Brown, en una época en la que no todos los equipos de la Premier League eran ricos, tenían el deber de competir con una pequeña avioneta cargada de ilusión. La pista de aterrizaje presentaba a equipos que llegaban a las últimas rondas de Liga de Campeones año tras año y que tenían a los mejores jugadores del mundo en sus filas.
Brown, el piloto de aquella nave, era uno de esos personajes peculiares que pasan por ligas importantes de vez en cuando. Fue uno de los primeros managers que usaba un micrófono para comunicarse con otros compañeros de su cuerpo técnico y la reacción de los aficionados fue empezar a vender caretas con el aparato en la cara. En el campo del Manchester City estuvo en el ojo del huracán ya que recibió una de sus múltiples multas con un hecho insólito. Goleados al descanso, decidió dejar a todos sus jugadores en el césped, delante de sus aficionados, para echarles una bronca digna de click en Youtube.
A la hora de despegar los analistas esperaban que aquella plantilla tuviera un lacónico paso por la liga inglesa. Su inicio, sin embargo, rompió cualquier pronóstico colocándose terceros ganando en campos complicados, como por ejemplo el Emirates Stadium. En una escuadra llena de jugadores desconocidos destacaba Geovanni, que había jugado en el Barça, y Michael Turner que cuajó su mejor curso de lo que lleva de carrera.
El combustible, sin embargo, empezó a acabarse. Los poderosos cazas empezaron a adelantar a los Tigers y, el conjunto de Yorkshire, empezó a buscar fichajes para evitar el siniestro total. Aun así, las facilidades del club no eran las mejores, hecho que complicaba cumplir con los objetivos. Las olas del descenso eran tan altas que ya casi tocaban al conjunto de Phil Brown y, tras una segunda parte de la temporada para olvidar, el accidente parecía inminente en la última jornada. Su duelo frente el Manchester United, con un KC Stadium a rebosar, acabó con derrota pero el siniestro logró evitarse y la caída de otros aviones les mantuvo un año más en la gloria.
El siguiente curso, tras un verano frustrante, Phil Brown no pudo mantener el vuelo. Acabó siendo despedido por malos resultados. Pero la llegada de Ian Dowie no evitó el descenso. Meses después de la caída, en un alarde de humildad, Brown aseguró que de haber mantenido el trabajo hubiera salvado al equipo “20 años”. Nadie sabe qué hubiera pasado pero nuestro protagonista es un ejemplo de esfuerzo por un club al que puso en la elite cuando estaba cerca del descenso a la League 1. Se los llegó a etiquetar como el increíble Hull. Increíble, también, Phil Brown.