Paco LÓPEZ – El mes de enero siempre es aburrido para los aficionados de la Major League Soccer. La resaca de principios de diciembre con la final queda en el olvido y el arranque en marzo se ve muy lejos. Si te quieres animar con los fichajes hay que esperar un poco, incluso muchos optan por el Draft en invierno y los fichajes en verano. Pero Toronto nos ha alegrado el mes, querían llamar la atención y lo han conseguido, su proyecto ya tiene los grandes nombres que ansiaban.
Jermain Defoe y Michael Bradley, ojo que eso para cualquier equipo de parte baja es mucha tela. A estos jugadores novias no les faltarían en ninguna de las ligas más grandes del viejo continente, pero la globalización también tiene estas cosas, Defoe y Bradley llegan a Toronto FC. Cuando Tim Leweike, el hombre que fichó a David Beckham para Los Angeles Galaxy, llegó al club canadiense con el bolsillo lleno prometió grandes cosas, pero el 2013 acabó con palabras vacías. El golpe de efecto no ha tardado en llegar. El tercer peor equipo de la pasada Major League Soccer aspira a ganar el título a medio plazo, pero con la obligación de obtener resultados inmediatos. Si algo nos ha dejado claro el último año es que los proyectos construidos con calma y sin despilfarros, como Sporting Kansas o Real Salt Lake, tienen premio pero la dinámica es la opuesta.
En Seattle todavía esperan noticias positivas de un gasto desmesurado, en el DC United de Thohir (también dueño del Inter) la apuesta es muy fuerte, los Red Bulls parecen buscar más el renombre internacional que los títulos y el New York City (que debutará en 2015) ya ha dejado claro que formarán una plantilla con tres jugadores franquicia importantes. En Toronto las matemáticas han salido y se ha podido cumplir la promesa de mejorar el equipo (Defoe, De Rosario, Gilberto y Bradley).
Aficionados del Toronto FC | Getty Images
Lo que parece un proyecto interesante deja una puerta entreabierta a las sombras. El segundo peor ataque parece ser cosa del pasado, la medular con Bradley, Laba y el prometedor Bekker parece resuelta y ahí paramos de contar. Un equipo que promedió casi 1.5 goles encajados por encuentro no ha tocado la defensa ni la portería. Con este panorama las ambiciones de la franquicia están sobredimensionadas y el máximo responsable será Ryan Nelsen, el entrenador.
La historia de Ryan Nelsen en los banquillos no está siendo nada positiva. En su primer año se le vio perdido, desencajado en las reacciones con sus jugadores y nervioso, muy nervioso, acostumbrándose a eso de estar al otro lado de la banda. En su segunda temporada su crédito es mínimo: Playoffs o Playoffs. A la mínima duda de si el neozelandés pueda dinamitar esas aspiraciones será despedido, lo cual presagia un año movidito en el BMO Field.
Pero la franquicia no se queda atrás. El proyecto faraónico montado en torno a un equipo tan inestable no tiene más oportunidades. Muchos años de decepciones han erosionado la masa social del club y los millones invertidos necesitan una rentabilidad inmediata. Se calcula que sumando las cifras de los traspasos más los sueldos que recibirán Defoe y Bradley durante sus contratos el gasto asciende a 100 millones de dólares. En otras palabras, si esto no funciona no habrá margen para cambiarlo. Lo del retiro dorado del futbolista queda lejos, muy lejos de Toronto, aquí es el todo o nada inmediato.
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