En el fútbol una acción heroica, es anotar un gol en el último minuto para dar la victoria a tu equipo, que un portero haga una parada impresionante, que un equipo pequeño derrote a uno grande o que un técnico llegue en las últimas jornadas de un torneo para salvar a un equipo del descenso, todas estas acciones son llamadas memorables e inolvidables, pero para Harry Gregg, portero norirlandés del Manchester United desde 1957 hasta 1966, ninguna de estas, serían acciones heroicas por las que sería recordado, aunque fue un grandísimo portero (elegido como el mejor portero del Mundial de 1958), la faena épica y sobrehumana por la que Gregg ha sido y será inmortalizado en el corazón de los hinchas del United, es algo que trasciende el ámbito futbolístico, no fue parar un penalti o un gol en el minuto 90, fue salvar vidas en el trágico accidente de Múnich que sufrió la plantilla del Manchester United en 1958.
Harry, quien cumplió 82 años el pasado 27 de Octubre, llegó al United en Diciembre de 1957, proveniente del Doncaster Rovers, a la edad de 25 años, el norirlandés quedó muy impresionado con Matt Busby, técnico del United y su asistente Jimmy Murphy, así que decidió fichar por los diablos rojos por una cifra de 23.000 libras, una cantidad récord en ese momento para un arquero, además de la oportunidad de ser parte de los “Busby Babes” el equipo de moda en Inglaterra, era otro elemento positivo adicional para su llegada al equipo de Old Trafford.
En Febrero de 1958, la tragedia tocaría la puerta del equipo de Busby, tras regresar de un partido de Copa Europa ante el Estrella Roja de Belgrado, el avión del Manchester tendría que hacer una parada en Múnich para cargar gasolina, tras dos intentos de arranque fallidos por parte de la aeronave, el piloto decidió intentar una tercera vez, con la fuerte nieve, el avión chocó con un charco y luego contra una cerca, el ala izquierda de la nave se destrozó al impactar con una casa, mientras el avión se quemaba, el piloto inició el proceso de evacuación, en ese momento, Harry Gregg tras ser golpeado por una pieza de metal en la cabeza, observó una grieta en el avión y logró salir a la pista de aterrizaje, ya en tierra, recordó que en el avión estaba un bebé, Harry volvió, escuchó el llanto de la pequeña y la sacó con vida del desastre, tras rescatar a la pequeña criatura, la dejó en manos de un oficial del aeropuerto y volvió al avión a buscar a la madre, Vera Lukic, esposa de un diplomático yugoslavo. Gregg terminó salvando la vida de Vera y lo que desconocía es que ella estaba embarazada , así que salvó una vida más, de igual manera, el guardameta también rescató a sus compañeros, Bobby Charlton, Jackie Blanchflower y Dennis Viollet, así mismo a su técnico Matt Busby, a quien encontró sollozando en el piso y gritando por el inmenso dolor que sentía en sus piernas. Ese fatídico día fallecieron 23 personas, gracias a Harry Gregg, ese número no aumentó.
Vera Lukic, su hija Venona (la bebé que rescató) y Zoran Lukic (el niño que se encontraba en el vientre de Vera) agradecen a Gregg su enorme gesto, para Zoran, el arquero del United siempre ha estado presente como parte de su vida, el ahora periodista de 50 años comenta: “En las noches soñaba con él, de una manera u otra, Harry siempre ha sido parte de nuestra familia”, difícil pensar en un mejor testamento que ese.
Gregg tardó 40 años en hablar públicamente de la tragedia, pues consideraba que era algo de lo que no se debía hablar, después del accidente, continuó su carrera con el Manchester United hasta 1966 con más de 200 apariciones, lamentablemente no tuvo la fortuna de poder ganar títulos, pero sigue siendo recordado como uno de los mejores porteros en toda la historia de los diablos rojos, aunque Harry, no se considera un héroe, inclusive diciendo: “No soy John Wayne, nunca he sido John Wayne y no quiero ser John Wayne”, pues para él, no se puede hablar de heroísmo cuando esa noche vio morir a muchos de sus compañeros, Gregg siempre ha pedido ser recordado antes de todo como un futbolista, pero es imposible eludir lo que hizo aquella noche en Munich, George Best quien limpiaba las botas de Gregg, resume la proeza del guardameta de esta manera: “Valentía es una cosa, pero lo que hizo Harry va más allá de la valentía. Fue un acto de bondad”. Harry Gregg no logró medallas con el Manchester United, pero tiene la mejor medalla que se puede tener, la de verdadero héroe.