La guardia suiza. El ejército profesional más pequeño del mundo. Pocos soldados, pero con carácter específico y un perfil muy particular. Su historia nace a principios del siglo XVI, cuando el Papa Julio II ordenó a los nobles suizos una compañía de mercenarios valientes, fieles y experimentados, capaces de convertirse en soldados cuya misión fuese la protección del Vaticano. Los requisitos son claros, deben ser altos, jóvenes, preparados en todos los sentidos y como no, suizos. Diego Benaglio, Yann Sommer, Roman Bürki, Marwin Hitz y Andreas Hirzel cumplen el perfil. Sólo les falta el uniforme. Para ellos, su coraza y sus armas, son los guantes.
Diego Benaglio, el comandante. El más experimentado de todos ellos, el número uno en su selección y el primero en llegar al campeonato alemán. Desde hace 7 años, el guardián de la portería del Wolfsburg. Nacido en Zurich aunque con ascendencia italiana, Benaglio afronta su última temporada al frente de la meta de los lobos. Él abrió el camino y ahora sus discípulos luchan por tomar el relevo de uno de los porteros que han marcado una época en el país helvético.
Yann Sommer, el teniente coronel. El llamado a ser nuevo comandante. Su proyección ya lo aseguraba. Sus cualidades bajo los 3 palos dejan de manifiesto que está preparado para ser el nuevo líder de la guardia suiza. Sobrio en balones aéreos, eficiente en el mano a mano, fiable y seguro. Un auténtico guardameta dispuesto a convertirse en el nuevo líder de su selección. Con 26 años y tras pasar por todas las categorías inferiores de Suiza, el portero del Gladbach es actualmente, el mejor considerado de todos ellos.
Roman Bürki, el mejor militar. Su complexión física es bárvara. De imagen salvaje, fornido y montaraz. Un guardameta ágil, con un magnífico sentido a la hora de posicionarse y difícilmente superable. Un portero joven que ha sabido labrarse su carrera dando pasos con rigor y firmeza. Disciplinado, ha sabido elegir el equipo correcto a la hora de dar el salto a la Bundesliga -Freiburg- para un año más tarde, lanzarse al mayor reto de su carrera. En Dortmund tendrá el desafío de guardar los 3 palos que llevan siendo propiedad de Roman Weidenfeller ni más ni menos que 13 años.
Marwin Hitz, el soldado. Quizás, al que más le ha costado encontrar su sitio en el campeonato alemán. Con 20 años, el Wolfsburg lo fichó meses después de contratar a Benaglio. Su puerta siempre estuvo cerrada por el nivel del comandante. Tras pasar varios años a la sombra, Hitz emigró hasta Augsburg, donde supo hacerse un hueco en el once bávaro. Su altura y envergadura le han servido para destacar a pesar de pasar unos años sin pasar de los 500 minutos por temporada como lobo. La pasada campaña fue la suya, e incluso sorprendió a todos anotando un gol ante el Bayer 04 Leverkusen en el tiempo extra. El olvidado da un paso al frente. El soldado siempre está ahí cuando se le llama.
Andreas Hirzel, el quinto. Recién llegado al HSV tras pasar por varios clubes suizos. A sus 22 años, ha sido internacional en las categorías inferiores de la selección helvética. Un portero de talla que llega a la ciudad hanseática para luchar por minutos en la máxima competición alemana. Un aprendiz que buscará su momento para conseguir sus objetivos.
Todos ellos han sido internacionales con su país -Hirzel lo ha sido solamente en categorías inferiores-, todos ellos excepto Hitz han jugado en el Grasshoppers, todos han sido reclutados por los secretarios técnicos alemanes. El mejor ejército, alistado a la Bundesliga dispuestos a guardar la porterías alemanas lo mejor posible. Una misión que cumplen a la perfección.