Un punto de los últimos 18 posibles ha servido para agotar la paciencia del presidente rossoblù Tommaso Giulini. El Cagliari está a cuatro puntos de la salvación y en el último mes ha perdido contra rivales claves en la lucha por la salvación como Atalanta y Hellas Verona. Se le acabó el crédito a Gianfranco Zola, que volvía al club después de ser el capitán nueve años atrás y que finaliza su primera etapa como entrenador en un equipo de Serie A con tan sólo 10 encuentros en el banquillo.
Despedido ‘magic box’, la sorprendente solución para sacar al equipo sardo de los puestos de descenso es traer de nuevo al bohemio Zdenek Zeman, despedido antes de Navidad y todavía en nómina con el club. La dirigencia da marcha atrás y vuelve a confiar en la filosofía de ataque del veterano entrenador que no acabó convenciendo en las primeras 16 jornadas del campeonato.
El sexto cambio de banquillo en Italia se convierte en una decisión polémica, primero porque en apenas dos meses Zola no ha podido imponer su estilo. Más si se tiene en cuenta lo difícil que es cambiar en medio de una temporada de un sistema tan ofensivo cómo el del checo, su proyecto apenas ha podido ver la luz. Y segundo, porque a pesar de la racha negativa, en ningún momento Zola ha empeorado la media de puntos de su predecesor. Zola: 8 puntos en 10 jornadas (0,8 ptos por partido) – Zeman: 12 puntos en 16 jornadas (0,75 ptos por partido). Aunque si bien es cierto que con ninguna de las dos medias se puede conseguir la salvación.
En Italia no es la primera vez que se recurre a un entrenador que fue despedido a lo largo de la temporada para intentar salvar el desastre. El año pasado el Sassuolo repescó a Di Francesco acertadamente para evitar la salvación después de una caótica gestión de Malesani. Pero en este caso la situación es aún más peculiar debido a la idea de juego tan radicalmente opuesta del checo. Un estilo que choca diametralmente con el resto de planteamientos que existen actualmente en el fútbol italiano.
Cambiar otra vez todo el engranaje táctico puede suponer un nuevo trastorno para unos jugadores psicológicamente cansados y nublados de cara al gol. Más aún si se tiene en cuenta que en la primera parte de la temporada el equipo daba sensaciones de estar partido entre ataque y defensa. Un ejemplo claro es cómo Cossu y Dessena finalizaban muchos partidos siempre superados en el centro del campo. No en vano esta es una de las explicaciones por las que el rendimiento del Cagliari en casa con Zeman fuera de 3 puntos de 24 posibles. Es decir, 0 victorias, 3 empates y 5 derrotas, dos de ellas contra rivales directos como Atalanta y Chievo Verona. Un bagaje demasiado pobre para evitar el abismo.
Sin embargo, algo seguro que supondrá la vuelta del anterior inquilino del banquillo de Sant’Elia será más goles. Seguramente la única estadística en la que el bohemio sale ganando en su comparación con Zola. En las primeras 16 jornadas de campeonato el Cagliari marcaba 1,31 goles de media por partido, dato que en las 10 siguientes jornadas bajaría a apenas un gol de media por encuentro. Por el contrario, como en todos los equipos de Zeman, la defensa volverá a ser aún más débil: En la primera parte de la temporada el club sardo encajaba una media 2,2 goles cada 90 minutos.
Es cierto que el equipo rossoblù ha sido el menos ‘Zemaniano’ de toda la carrera del bohemio en el que nos tenía acostumbrados a resultados muy abultados, tanto a favor como en contra, fruto de su estrategia ofensiva. Pero su estilo parece no adaptarse en una Serie A cada vez más pragmática, más en un año donde los empates están proliferando (en la última jornada 6 de 10 resultados acabaron en tablas). Es por esto que con esta receta se atisba complicado una salvación del conjunto sardo teniendo que volver a empezar ‘a lo Zeman’ a 12 jornadas para el final.