A partir de la declaración de Danilo Di Luca en diciembre de 2009, tras dar positivo por CERA en el anterior Giro de Italia y actualmente sancionado de por vida, la Procura di Padova inició una nueva investigación sobre dopaje en el deporte. Una vez más, tenía como núcleo las prácticas de dopaje realizadas por el doctor Michele Ferrari. Ya fue uno de los detonantes de la caída de Lance Armstrong, el mejor cliente de Ferrari, tras el informe de la USADA, y ahora se están conociendo más detalles de una investigación centrada en los años 2010 y 2011.
Se ha dado a conocer, a través de la Gazzetta dello Sport una lista de 38 ciclistas que durante ese período trabajaron con Ferrari, según la investigación. Algunos habituales como Visconti, Scarponi, Pozzato (ya sancionados simbólicamente con tres meses fuera de temporada por esto), el confeso Bertagnolli, los recientemente suspendidos por el pasaporte biológico, referido a esos años, Denis Menchov y Roman Kreuziger, los ucranianos Popovych o Bileka o el equipo Astana con Vinokourov, otro de sus clientes estrella, a la cabeza, o Iglinskiy, recientemente suspendido.
También destaca la presencia de José Joaquín Rojas, del equipo Movistar, Marco Marcato o de varios ciclistas rusos del Katusha como Karpets, Gusev, Ivanov, Kolobnev, Petrov o Silin. Ciclistas italianos de segunda fila como Franzoi, Frapporti, los hermanos Masciarelli, Pietropolli o Proni, además de un par de Sub23 completan las lista de investigados directamente, aunque más de 90 ciclistas están nombrados en el informe judicial. También habría implicados de otros deportes como el atletismo (Alex Schwazer, el marchista italiano suspendido por EPO en los JJOO 2012), biatlon (Daniel Taschler, hijo del exmedallista olímpico, entonces seleccionador italiano y ahora vicepresidente mundial) o triatlon.
En realidad no supone ninguna gran novedad, ya que pese a que en 2002 el doctor Michele Ferrari fue inhabilitado y su sola visita debería conllevar sanción para un deportista profesional, numerosos ciclistas, equipos y atletas han continuado trabajando sistemáticamente con el doctor Ferrari. Es más, la Gazzetta dello Sport publicó hace un par de días que el médico ferrarese habría estado en la concentración del equipo Astana, actualmente envuelto en otro escándalo de dopaje, con vistas a la exitosa temporada 2014, con Nibali y Aru como grandes protagonistas.
Ya hace dos años la Procura di Padova sacó a la luz parte de esta misma investigación contra Ferrari, centrándose esencialmente en el aspecto económico. Y es que el doctor ‘Mito’ facturaba alrededor de 30 millones de euros según la investigación, a través de un empresa con sede en Monaco, con ramificaciones en Gibraltar y Sudamérica, para tratar supuestamente los derechos de imagen de los ciclistas, y de cuentas corrientes en Suiza, en las que depositaban los pagos ciclistas y equipos.
En la furgoneta de Michele Ferrari, en las concentraciones de antes y durante la temporada en el Teide, en España, o en St. Moritz (Suiza), se juntaban bastantes ciclistas de distintos equipos, y también interceptaciones telefónicas en las que ciclistas como Scarponi o Visconti hablan directamente con el médico sobre valores sanguíneos, inyecciones o bolsas de sangre. Todo ello pese a que el sistema de Ferrari incluía nombres en clave, cambios contínuos de tarjetas de teléfono o llamadas desde cabinas telefónicas.
“Asociación para delinquir” es una de las acusaciones evidentes sobre Michele Ferrari en esta nueva pesquisa sobre dopaje. Una verdadera trama criminal que cae en una investigación, puede que de mayor tamaño incluso que la Operación Puerto, que vuelve a demostrar que tanto en el ciclismo con el resto del deporte profesional, parece que poco ha cambiado en materia de dopaje.