A veces creemos que, como seres humanos, tenemos un ‘tope’ de obstáculos que superar. Es decir, si nos hemos encontrado adversidades toda la vida, en algún momento habrá tregua, ¿no? Pero la vida no es matemática, y aunque creamos en el karma, y en que a las personas buenas les pasarán cosas buenas, desgraciadamente no siempre funciona así.
Los Juegos Paralímpicos de París 2024 arrancan próximamente y España contará con 150 deportistas, de los cuales 139 cuentan con discapacidades, y con ellas historias increíbles de superación. Quizá la más especial de todas ellas es la de Loida Zabala, que a sus 37 años participará en sus quintos Juegos tras el peor ciclo de su carrera.
Loida fue diagnosticada con 11 años de mielitis transversa, afección causada por la inflamación de la médula espinal. El proceso desde su hospitalización hasta el diagnóstico fue tan tedioso que para ella fue una liberación el día que pudo salir a la calle en una silla de ruedas. Había perdido la movilidad en las piernas, pero había ganado libertad. Siempre con una sonrisa por bandera y una mentalidad infranqueable, la extremeña hizo del deporte (la herramienta más inclusiva del mundo) su mayor pasión, y en muchas ocasiones, su auténtico salvavidas. El día que descubrió la halterofilia jamás se separaría de ella, y esta disciplina le ha devuelto las alegrías con creces: cuatro Juegos Paralímpicos, cuatro diplomas, campeona de Europa, 19 años consecutivos proclamándose campeona de España a nivel absoluto, así como numerosos reconocimientos internacionales.
El deporte ha sido su mayor aliado en dos momentos clave: el primero, antes de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, cuando fue víctima de violencia de género a manos de su por entonces pareja, que le causó una lesión en el brazo. Se hundió emocionalmente hasta tocar fondo, pero logró superarlo y acudir a esos Juegos en la capital británica, volviéndose a sentir ella misma.
El segundo es muy reciente. El pasado año le detectaron un cáncer de pulmón, una neoplasia maligna que además se diseminó al cerebro. Es una enfermedad incurable, pero gracias al tratamiento ha conseguido minimizarlo. Hace apenas un mes recibió la noticia de que estará en París 2024, algo impensable después de todo lo sufrido y que le hizo emocionarse profundamente. «El año pasado soñaba con una medalla, ahora mi medalla es poder ir y seguir viva«, ha reconocido en una entrevista en El Periódico. En tierras galas veremos una victoria más de una luchadora incansable que, a pesar de las muchas barreras que se ha encontrado por el camino, siempre ha conseguido derribarlas.
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