Antes de ser campeonas del mundo, jugar en los grandes estadios, profesionalizar la liga, llenar las gradas o vivir el evidente auge del fútbol femenino, Amanda Sampedro ya estaba allí. Han pasado casi 17 años desde que aquella joven futbolista que ahora cuelga las botas debutó con una camiseta y unos colores que lleva pegados en la piel. Tras su partida a Sevilla y vivir dos temporadas en el club hispalense, la futbolista ha decidido concluir su carrera profesional. No ha podido despedirse del balón en el club de su vida, pero en él construyó un legado que la convirtió en una auténtica leyenda. La eterna capitana, paradigma que influyó en el cambio.
De Amanda, hemos visto mucho más que fútbol y títulos. Cuando el Atleti venció en los penaltis en las semifinales de la Supercopa de 2021, ante un estratosférico Barça que arrasa con todo lo que encuentra en su trayectoria, aprovechó su oportunidad para imponerse ante el Levante en la final y alzar uno de los últimos títulos que han ganado las rojiblancas. Nadie olvidará el emocionante gesto de la capitana, que hizo levantar la copa a Virginia Torrecilla. Mientras observaba a su compañera con una sonrisa infinita, en sus ojos pudimos ver la victoria que más le importaba. Amanda también significó esto.
Los clubes empezaron a abrir las puertas de sus grandes estadios al femenino. También en el Calderón y en el Metropolitano. La afición respondió. Tras esos partidos, la cercanía de las jugadoras evidenciaba su agradecimiento y creó un fuerte vínculo. Las niñas coreaban y vestían sus dorsales: el de Amanda fue de los primeros. Parte del punto de inflexión. Estuvo en Canadá para poner una primera piedra junto a compañeras que admiraba, también en Francia cuando la poderosa selección de Estados Unidos apeó al combinado español con un penalti a favor en el último tramo de partido. Internacional en 53 ocasiones, una de las semillas del éxito que ha florecido. Una jugadora que honró a las que estuvieron a oscuras y acompañó en el camino a las que brillan. Nuestro fútbol no podría explicarse sin su nombre.