Santa María del Fiore en Florencia, Notre-Dame en París, el Duomo de Milán, la Sagrada Familia de Barcelona, el Vaticano, la catedral de Santiago de Compostela, Santa Sofía en Estambul, el Santuario de Las Lajas en Colombia, San Mamés en Bilbao. Testigos de la historia, templos donde habita un valor especial. Los leones no pierden en su casa desde agosto. Son palabras mayores.
El Atlético entró en un escenario diabólico con el mejor atributo que podía usar. Agresivo y sin ceder, para intentar paliar la gran carencia con la que llegó al partido: la ausencia de la magia de Antoine Giezmann. Los de Ernesto, que se las saben todas, atacaron su déficit defensivo y su vulnerabilidad a domicilio. Porque los del Cholo, que también se crecen en su casa, solo han perdido un partido en el Metropolitano en lo que llevamos de curso; precisamente ante el conjunto vasco.
Los hermanos Williams, al puro estilo de Iceman, fueron los héroes de la noche. Marcaron y se asistieron mutuamente. Lluvia densa, fuerte granizada, tormenta de nieve. Iñaki y Nico congelaron al Atleti, helaron su sangre. Se pudo sentir el pavor en cada una de sus zancadas, en cada combinación, en cada amenaza. Acompañados de Sancet, arrasaron la creencia con la que los colchoneros saltaron al césped. Se había puesto el sol sin que se dieran cuenta de que la luz se había apagado. Aguirrezabala cerró las ventanas y corrió las cortinas.
El buen entrenador es el que mejora sus piezas. Ese es Ernesto Valverde, construyendo su obra. Introducción, nudo y desenlace. Toda la estructura argumental funciona en su tapete, con el peso de la comunión de su engranaje y una velocidad dañina. La temporada de este Athletic vuelve a poner en el foco el gran trabajo de un hombre al que le gusta más estar detrás del objetivo que salir en la foto.
Con esta, el Athletic llega a su final número 40 de la Copa del Rey y, aunque es el segundo club más laureado de la competición, sabe que el destino puede ser muy canalla. Los leones no alzan el título desde 1984, a pesar de estar presentes en seis finales desde entonces. En esta ocasión, tendrá enfrente al Mallorca de Aguirre; un equipo muy cabrón. La ciudad vasca sueña con una gran noche en La Cartuja que engrandezca lo vivido en su hogar en el último anochecer. Bilbao registró 52.061 voces. El abrazo de mamá, los halagos de papá, las historias del abuelo, los consejos de la abuela, el marmitako caliente, los goles en San Mamés. Como en casa, en ningún sitio.