Lo han vuelto a hacer. Sí señor. Lo han vuelto a hacer. Una dupla de ensueño. Carlos Sainz y Lucas Cruz han ganado su cuarto Dakar. Justos campeones. Victoriosos en la carrera más difícil del panorama automovilístico. Cabeza y velocidad: algo necesario y que siempre ha estado presente a lo largo de estas dos semanas. Además, se han proclamado campeones logrando un triple hito histórico: Sainz se convierte en el piloto más veterano en ganar un Touareg con 61 años de edad, batiendo su propia marca, que estaba en 57 años, piloto y copiloto son los primeros en ganar el Dakar con cuatro marcas distintas (Volkswagen en 2010, Peugeot en 2018, Mini en 2020 y Audi en 2024) y por último, son los primeros en ganar con un coche híbrido y eléctrico. El Audi RS Q e-Tron, un coche que pasará a la historia.
A decir verdad, Carlos Sainz ha puesto la guinda del pastel en una carrera marcada por los abandonos y los problemas mecánicos de muchos de sus rivales. Rivales que se convirtieron en sus fieles escuderos en la hazaña de ‘El Matador’, como fueron Peterhansel y Ekström, quienes se encargaron de repeler los ataques de Loeb, perseguidor de Sainz durante toda la carrera hasta la penúltima etapa, en la que sufrió un problema mecánico y vio cómo se escapaba su primer Touareg. No hay que quitarle mérito a Sainz, pero tampoco podemos desprestigiar al nueve veces campeón del mundo Sébastien Loeb, quien tarde o temprano conseguirá su ansiado Dakar.
Pero si hablamos de Loeb, también tenemos que hablar de Al-Attiyah. La cara y la cruz. La luz y la oscuridad. Polos completamente opuestos. Mientras uno se preocupaba por la seguridad de su rival y le daba señales de precaución en un tramo en el que el francés rompió la suspensión de su coche, el otro era incapaz de mirar más allá de su ombligo. Solo le interesaba hacer su rally, dándole igual la situación de su compañero. El qatarí se retiró y abandonó a Loeb, dejándolo a su suerte, al término de la novena etapa. Honor a quien honores merece y Sébastien Loeb los merece, Nasser Al-Attiyah no. Por cierto, recordar que Nasser dio “tres días para irse a casa” a Sainz y a los Audi. Pues bien, finalmente ha sido él quien ha visto la victoria de ‘El Matador’ desde su casa.
Luchador, soñador y competidor. Ese es Carlos Sainz. Puro talento, trabajo y esfuerzo. Este joven de 61 años de edad se ha ganado el poder decidir sobre su futuro. Una cosa está clara, sigue siendo veloz y su cabeza está muy bien amueblada. Lo ha demostrado. Nadie ha surcado las dunas saudíes como él lo ha hecho. El pasado, pasado está; el futuro es incierto, pero el presente… el presente es un regalo. Disfrutemos como él disfruta, vivamos sus victorias y suframos sus derrotas. Que nadie lo pare, porque a Carlos Sainz aún le queda rodaje. Y sí, lo ha hecho. Por si aún no lo has terminado de creer, pellízcate y sonríe, porque Carlos Sainz se ha vuelto a proclamar rey del desierto. Carlos Sainz es tetracampeón del Dakar.