Lo del Barça no es un imprevisto, aunque sus espejismos pudieran hacer creer lo contrario. La realidad es que lleva inmerso en una odisea que salpica a cualquiera que se ponga al mando de la nave porque, de algún modo, existe un sentimiento de deseo para volver a un lugar que ya no existe. Lo único, jamás se repite.
Xavi dice que la obra está en construcción y, si dejáramos a un lado las exigencias, no le faltaría razón en la necesidad de tener el tiempo a favor para crear un proyecto sólido. Pero ya sabéis, acostumbrados al poco crédito otorgado en los banquillos, se apunta a que otro ya hace tiempo que estaría en la cola del desempleo. La cuestión es que ser una vieja gloria te otorga un extra de confianza. De algo debe servir haber sido uno de los mejores centrocampistas del mundo. Tan fácil como abrirle la puerta, colgarle un cartel de esperanza del cuello y dejar que éste le vaya asfixiando. A algunos les está pasando aquello de empezar a salir con tu mejor amigo. A veces, todo acaba yéndose a la mierda. Y con Xavi, duele.
El problema, y lo tenemos Houston, es que hay premura para ver el edificio acabado. La gente quiere entrar a su casa cuanto antes, darse una ducha con agua caliente, comer palomitas en el sofá y, sin embargo, esto sigue sin ser habitable. No le expliquéis razones que justifiquen la demora de los plazos de entrega porque ya no quieren escucharlas. Da igual si el ayuntamiento se retrasa con la licencia de ocupación, si los materiales de los acabados han llegado tarde, si se lesiona Pedri, de Jong o Gavi, o si estamos en octavos de final y eso es lo que cuenta.
La realidad es que este conjunto tiene una necesidad de aferrarse a una intensidad que no encuentra mientras da vueltas en la rueda de un hámster sin localizar la salida. Sus problemas defensivos hacen ver sus costuras y la cosa, en el área, pende de un hilo. Los talentos no hallan fusión. Xavi tiene varios verbos para la frase, pero no atina con la forma de conjugarlos para que lo que trata de decir sea entendible. En estos tiempos de resfriados que se alargan, la congestión es evidente. Paracetamol, Ibruprofeno, Frenadol, Couldina.
El fracaso de Apolo 13, en su misión de aterrizar en la luna, desembocó en un relevante éxito de la historia al lograr que los tres astronautas regresaran a la Tierra. No se trata de apretar más el cartel de la esperanza, desgastado de tanto usarlo, desteñido por la mala leche de una lluvia con granizo. Pero vete tú a saber, el fútbol es imprevisible.