La vida no deja de ser un complejo puzzle de recuerdos, besos, risas, lágrimas y voces. Muchas voces. Una concatenación de viajes, facturas por pagar y abrazos. Lo que hiciste y las palabras que dejaste por decir. Montar mejor o peor ese puzzle ya depende de cada uno. No es sencillo.
Esta pasada madrugada falleció Pepe Domingo Castaño a los 80 años, y con su marcha se nos va una de las voces icónicas que nos acompañó durante décadas. Crecimos con él. Su voz irradiaba candidez y empatía. Su voz era una hoguera en la nieve. Su voz era casa.
Pepe Domingo Castaño fue parte de la época dorada de la radio deportiva en España. Alfa y omega del proceso evolutivo que adoptó este país. Agente clave en saber conducir el cambio y las emociones desde un micrófono. Ese ‘hola, hola’ era mucho más que un saludo, era un indicador de normalidad, una señal encriptada de que todo estaba bien a pesar de todo. Él era un refugio, un punto de encuentro. Ese ‘hola, hola’ es una pieza de un puzzle que ya no volverá.
Gallego militante y la bondad por bandera. Hay que ser muy pero que muy bueno para generar felicidad y serenidad en los demás -amigos y extraños- tan solo con un micrófono. Pepe Domingo lo logró. Dicen que uno siempre acaba siendo recordado por cómo hizo sentir a los demás. Si eso es así, Pepe se marcha en paz y con los deberes hechos. Cuiden su legado. Es justo y necesario.
Siempre se van los mejores.
Gracias por todo, Pepe. Descansa en paz.
Foto: www.cope.es