Una de las mayores críticas que se le hacía a Roberto Martínez en Inglaterra era su exagerado optimismo. No importaba que el Everton perdiera 3-0, él aparecía en rueda de prensa y elogiaba el espíritu del equipo. En Goodison Park se asegura todavía que no tiene el nivel para ser un entrenador de élite, incluso tras el bronce conseguido en el Mundial de Rusia: imagino que no se hizo la miel para la boca del asno. Más allá de los errores que cometió en Liverpool con sus fichajes, el español siempre ha demostrado que tácticamente está entre los mejores técnicos de Europa.
El contexto al que se enfrenta actualmente es similar al de Bélgica. Hay voces críticas que reclaman un seleccionador nacional, pero el nivel de los futbolistas portugueses implica que el combinado tenga las expectativas por las nubes. Es decir: los más nacionalistas pueden olvidarse de no tener un técnico portugués si los triunfos aparecen. Rafael Leão y Nuno Mendes, por poner dos ejemplos simples, son dos diamantes que ya están para ser titulares.
Reemplazar a Fernando Santos no será sencillo. Su predecesor era muy censurado, pero se mantuvo en el cargo después de levantar una Eurocopa y una Nations League. Su fútbol era rácano y simple, pero muchas veces efectivo. Ver a su equipo, con el nivelazo que tenía a su disposición, era muchas veces un acto de fe. Su semblante, siempre malhumorado, era la prueba de cómo veía el balompié. Desde luego, sus ideas futbolísticas están muy alejadas a las que tiene el de Balaguer. Del conservadurismo al eclecticismo. Como dicen los modernos, los lusos lo van a pasar bien.
Y nada más aterrizar, por supuesto, a Martínez le han cuestionado por Cristiano Ronaldo. El legendario ariete ha abierto, últimamente, más telediarios por sus riñas que por sus goles. Parece obsesionado en batallar contra el paso del tiempo, una pelea imposible de ganar. Cada vez que alguien intenta vencer en esa pugna sale mal parado. Aquí no hay dietas milagro: simplemente, aunque sea fácil escribirlo, hay que aceptar que un día te harás mayor y que no podrás estar en la élite. Puro estoicismo, que diría Luis Enrique. La otra opción es seguir pataleando y discutiendo contra todos, exceptuando su tóxico entorno, que le sigue aplaudiendo. Es probable que haya más problemas, ya que Roberto Martínez no dudará en mejorar el equipo: eso pasa por contar con otros perfiles ajenos al de Ronaldo. Veremos qué decide.
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